No puedo negar que me entusiasman esas mujeres valerosas, quienes contra
viento y marea defienden los intereses de sus congéneres en el país
de donde son oriundas o en forma universal.
La primera mujer, para mi, obviamente vieja cristiana, es María
la Madre de Jesús. ¿Quién puede superar su misión?
Y si uno lee los libros de los santos están las tres Teresas
(de Avila, la del Niño Jesús, la de Calculta), con Santa
Mónica y otros más.
Pero estamos en el siglo XXI y desde el anterior empezaron las mujeres
a destacarse en la actividad política hasta llegar a una Indira
Ghandi, a Golda Meier, a la populachera Evita Perón, Eleonora Roosevelt.
Y mucho antes la reina Isabel de España y su apoyo a Cristóbal
Colón e Isabel de Inglaterra.
Con la excepción de la humilde Teresa de Calcuta (su poder fue
dado por Dios), las otras tuvieron un poder terrenal.
De las de hoy admiro y rechazo (sus actitudes producen esas reacciones
ambivalentes) a Mary Robinson, ex-presidenta de Irlanda, alta Comisionada
para los Derechos Humanos, ultra izquierdista, ultra feminista.
Me gusta mucho cuando leo y escucho que está por los países
pobres luchando por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres de
esos países olvidados por los poderosos.
Pero, a veces es osada al dar opiniones sobre sitios que no conoce
bien, tal el caso de Colombia, a quien rechaza su política contra
el terrorismo. Es muy desenfocada la defensa de los derechos humanos en
nuestro caso.
Leonor Uribe de Villegas
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