Octubre 3 de 2.000
EL VERBO MENOS USADO: COMPARTIR

Cada día el egoísmo crece. No nos sentimos obligados con nuestros familiares y conocidos mucho menos con aquellos que aprendimos a llamar el prójimo, mejor, el próximo.
¿Por qué cada día sabemos de las necesidades físicas y materiales de personas que conocemos y no hacemos nada o casi nada por ayudarlas? Hay personas generosas, es cierto, sobre todo aquellas que dan de su tiempo y sus conocimientos. Pero son pocas en este mundo globalizado, preocupado sólo por la economía. Entre más poderosas las naciones, más cierran sus fronteras.
¿Por qué trato este tema? Pues porque el 1o. De octubre fue el día de Santa Teresa del Niño Jesús. Teresa llamé a mi hija mayor, primero por Teresa de Avila, la doctora, título que también dieron a la de Lisieux, hace poco. Murió joven pero supo, en su corta existencia, dar ejemplo de fortaleza ante el mal que padeció desde niña. "Historia de un alma" es su autobiografía y allí leemos como supo sobrellevar sus dolores y dar fortaleza a las monjitas que la madre superiora le confiaba.
Leí ahora, precisamente, una anécdota: el conductor de un camión, cansado, sediento, se detuvo en frente de una fonda en el camino. Mientras lo atendían le dijo a un joven, quien arrodillado lavaba el piso: "Mucho trabajo"? Y le sonrió. El joven le devolvió la sonrisa. Y unos meses más tarde, cuando volvió el camionero, el muchacho lo reconoció, como se reconoce una antigua amistad. La gente, en general, tiene sed de sonrisas, desea ver caras alegres.
Aprendamos de la doctora de Avila: 
"Nada te turbe/ nada te espante/ todo se pasa/ Dios no se muda/ la paciencia todo lo alcanza/ quien a Dios tiene, nada le falta/ Sólo Dios basta" 

Leonor Uribe de Villegas
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"La gente, en general, tiene sed de sonrisas, desea ver caras alegres"
 
 
 
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