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Eso escuché esta mañana, bien temprano por la radio. La maldad
humana no tiene límites, ¿verdad? ¿Si habrá
alguien tan sin Dios que aproveche el vicio a las drogas para contaminarlas
con ese virus? Que el Señor nos tenga de su mano.
Guerras por doquier. La más vieja, quizás, la de Colombia,
por cincuenta años. Al norte de Afganistán es la más
violenta en este momento, cuando los talibanes tratan de esconder aviones
y armas para evitar su destrucción.
Pelean también en forma ancestral israelíes y palestinos,
siempre por la propiedad de sus tierras. Paces firmadas van y vienen, pero
no duran. Nos duele que la tierra en donde nació Cristo sea motivo
de litigio aún antes de la era cristiana.
Se aprende sobre la marcha, lo confirma la crisis por el ántrax
en los Estados Unidos. Les reclaman a las autoridades el descuido inicial
con los empleados del correo, pues aparecen infectados uno a uno, mientras
hubo mucha prisa con la Casa Blanca y el Congreso. Ahora si hay mucho temor
y se han tomado mayores medidas de prevención.
"La fe no puede ser usada jamás como motivo de conflicto" dicen
los obispos en el sínodo que se reune por estos días en Roma.
Todos piden por la paz del mundo y en ello los acompañamos los católicos,
en especial los de Latinoamérica y los africanos, que vivimos en
crisis políticas y económicas.
Si se hiciera realidad el título de esta nota se dañaría
para siempre el negocio de nuestros terroristas -FARC, ELN, y AUC- porque
ellos mismos no querrán ser víctimas del ántrax. Pero
como es una posibilidad tan remota, más creemos en la llegada de
refuerzos de la ONU, esos cascos azules que no le temen a nada y empujarán
a una acción más efectiva y rápida de nuestras fuerzas
armadas.
Están bien capacitados y tienen buenos armamentos pero este
gobierno ha frenado su acción tantas veces, que ni ellos, ni nosotros
el pueblo raso, creemos que el presidente, ¡al fin!, está
tomando medidas diferentes a las que siempre tuvo, de ceder y ceder. Que
así siga.
Leonor Uribe de Villegas
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