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Así se titulan los muchos informes que vemos en la TV, transmitidos
por CNN, cadena que, de paso, se ha hecho famosa.
Cada hora, por lo menos, nos vemos obligados a ver que pasó
en esos últimos (que pueden ser decisivos) 60 minutos. ¿Qué
logramos con eso? Acrecentar la angustia que ya sufrimos todos los habitantes
de este mundo.
Sacudido, además, por fenómenos como temblores, huracanes,
inundaciones tal como pasó en Belice y Guatemala. O como sucede
acá en Colombia, con autores como los terroristas nuestros quienes
cuentan con la complicidad de un gobierno débil, por no decir alcahueta.
Se firma por el presidente Pastrana una prolongación de la zona
de despeje, en el Caguán, hasta el 10 de enero próximo. Una
de las cláusulas obliga a los guerrilleros de las FARC a no volver
a hacer retenes para secuestrar la población civil que va por las
carreteras y caminos. Al día siguiente del compromiso hicieron uno
y además atacaron a Barbacoas, un pueblo de Nariño (departamento
al sur, nombre que se da a las divisiones territoriales).Acabaron con él
y lo que más horroriza, utilizando bombas de gas. Muertos y heridos:
gente inocente.
¿Hasta cuándo se deja hacer a estos asesinos todo lo
que quieran? No hay ONU que valga. Los colombianos somos un pueblo infeliz
dejado a su suerte. Y estamos hasta la corona de este largo e impune terrorismo.
Siquiera los talibanes creen que se irán derecho al cielo por
sus actos contra el enemigo que ellos mismos se buscaron. Los guerrilleros
nuestros ni en eso creen, ellos confiesan a Marx, no a Alá.
Nos da dolor ver el sufrimiento de los pueblos y nos vamos contagiando
cada día más de la angustia e impotencia de un mundo enfrentado
a una posible guerra bacteriológica. Me apena comprobar cómo
mi padre superó la infección de un ántrax hace casi
60 años y hoy ese virus mata igual que antes. ¡El Señor
nos ampare!
Leonor Uribe de Villegas
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