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A veces los pensamientos, en el día, van acumulando añoranzas
que pueden traducirse en lo bueno o lo malo que nos dejó este largo
vivir.
Acabar de cumplir 76 años es un regalo del Señor a pesar
de que los últimos han recogido enfermedades, añoranzas y
tristezas.
No es común
entre nuestra gente guardar sencillos y alegres pasajes de la infancia.
La inmensa pobreza de la mayoría nos duele. Pero el bondadoso Dios
nos dio unos padres como ningunos y como fuimos 13 hermanos la vida fue
un permanente juego.
Cuántas veces nos reunimos con la abuela y la tía a oírles
sus historias de los viejos Uribes.
Me gustaría
un día contarle a nuestro presidente Uribe -de quien recibí
una amable carta la semana pasada- parte de esas épicas historias,
obviamente con personajes como el general Uribe, el médico Tomás
y el fundador de Sevilla, en el Valle, don Heraclio y la otra abuela Emilia
hermana de esos prohombres.
De una "tenida" de reminiscencencias se acumulan alegrías, tristezas
y se añora el paso de unas vidas que pronto se fueron.
Si, los sueños son como los péndulos, van y vienen trayéndonos
esperanzas y dolores. Benditos sean.
Leonor Uribe de Villegas
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