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Este
curioso nombre le puso el famoso escritor colombiano, Eduardo Caballero
Calderón a su último libro, que apenas va a ser publicado
ahora, después que él murió hace varios años.
A mi me encantaba su estilo. Creo que tengo todos los libros que él
publicó. Le transmití a una hija mía el gusto por
su lectura y escribió una síntesis para un trabajo
de literatura.
"Siervo sin tierra", una de sus primeras obras, me impactó.
El autor narra la biografía de una campesino colombiano, durante
los últimos 25 años de la mitad del siglo pasado.
El pobre tipo, igual a miles de campesinos de este país, trabaja
para un rico patrón que lo explota sin compasión. Pero él
no protesta, espera con la paciencia de un indio que algún día
el será el dueño de esa tierrita.
La misma que nunca poseerá por la incomprensión de los
gobiernos y la avaricia de los terratenientes.
Aquí escribo una muestra de su estilo literario, su facilidad
para narrar todo con gran sencillez:
"La flota, como la llaman en aquellas montañas boyacenses que
padecen una oscura nostalgia del mar, o el bus -como se dice en otras partes-
destartalado y sinuoso, rodaba cuesta abajo, despidiendo un humazo apestoso
a aceite quemado y a grasa de motor. Saltaba en los baches, bramaba en
las curvas, gemía en las pendientes, trepidaba a ratos y se sacudía
cuando el chofer, con un movimiento brusco, le hincaba la palanca de las
velocidades como si le clavara una espuela.
En las subidas jadeaba y despedía por la tapa del motor una
columna espesa de vapor".
¿Qué tal? Un maestro perdido para las nuevas generaciones
que no conocen la belleza del español bien escrito.
Leonor Uribe de Villegas
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