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Es el título de un artículo que publicó "El Espectador",
de Bogotá, en "La Revista", el magazín dominical mejor que
hoy tenemos en Colombia. Su autor es el historiador Alvaro Tirado Mejía,
quien en su escrito compara la cruel situación de conflicto con
la llamada "guerra de los mil días", que duró de 1899 a 1.902.
Con cuánta razón se dice que "los pueblos que no recuerdan
su historia están condenados a repetirla".
Esa guerra era el tema de los abuelos; cuántos hermanos suyos
participaron en el conflicto, claro, por defender el partido liberal. La
guerra era contra los conservadores, es decir una guerra política.
No estos atroces asesinatos que causan los violentos ahora, que no persiguen
sino enriquecimientos ilícitos.
La guerra de los "mil días" produjo cien mil muertos, es decir,
la quinta parte de la población civil masculina entre 18 y 30 años,
entonces y duró, realmente, 1.130 días.
A raíz de la última batalla de esa guerra se iniciaron
las guerras de guerrillas. De esos grupos se derivan las FARC (Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia -en el día de hoy han tenido
combates en varios lugares del país-), ELN, AUC y antes el M-19
y el EPL, del cual quedan rezagos.
El candidato presidencial, doctor Horacio Serpa Uribe, habla en estos
momentos por la TV y dice que ya no cabe duda que las FARC están
vinculadas al narcotráfico. Y Manuel Marulanda, alias "Tirofijo",
el jefe de estos rebeldes, dice que ya no cree en las gestiones de paz.
Sólo los países extranjeros creen en la buena fe de esos
bandidos. Los colombianos no tenemos confianza ni en ellos ni en el gobierno
débil que nos rige.
Qué diferencia entre esos bandoleros y quienes seguían
al general Rafael Uribe Uribe, a quien el general Cipriano Castro que gobernaba
en Venezuela, permitió que una expedición de colombianos
y venezolanos se entrenara en Maracaibo. El general Castro era liberal
como Uribe y aquí mandaba el presidente conservador Marroquín.
Oí a mi familia desde pequeña, contar historias sobre ese
tío abuelo que aún nos enorgullece a todos.
Los revolucionarios liberales perdieron en la guerra pero ganaron en
la paz, se dijo entonces. Hoy se borraron las fronteras entre los partidos.
Todos somos perdedores.
Leonor Uribe de Villegas
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