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Eso, ni más ni menos, es el gobierno colombiano. Los hechos de las
dos últimas semanas lo confirman y no han podido exacerbar más
los nervios de quienes, pacíficos por naturaleza, nos vemos ante
un desmoronarse de éste país sin observar quién, cómo
y cuándo pone remedio oportuno.
Y si se tropieza en "La Revista", el magazín del domingo 27
de "El Espectador", con un reportaje hecho por Francisco Vicenti, (quien
estuvo los tres últimos años a la cabeza de las Naciones
Unidas en Colombia) a Raul Reyes, vocero de las Farc en la mesa de negociaciones
de paz, le provocará decir "apaga y vámonos".
Comienza el italiano preguntando: ¿Cómo convertir la
actual crisis de Colombia en la oportunidad de reconstruir? Lo primero,
según él, es dejar a un lado el miedo y dedicarse todos a
buscar una sociedad más justa.
Le parece bien la propuesta a Reyes. Según él es su grupo
el que busca esas soluciones de fondo. Quizás Vicenti le crea, pero
nosotros, el pueblo raso, no creemos que se llegue a las soluciones asaltando
poblaciones, propiciando el narcotráfico, importando armas y defendiendo
los cultivos de coca, además de secuestrar y no devolver a los pobres
policías y soldados, a quienes tienen como Hitler tenía a
los judíos, todo eso no es sino bla, bla, bla...
En lo que si estoy de acuerdo con Reyes es que este país está
descompuesto con una clase política corrupta. La corrupción
de las guerrillas se extendió a todo aquel que quiere enriquecerse
en la forma más rápida que pueda. Por eso no creemos en la
clase dirigente tampoco.
Pero que venga a decir que las FARC están contra el narcotráfico
es una mentira como una catedral. Colombia necesita un vuelco total, la
población está desesperada y no confía en nada .
Ese vuelco lo malo es que no hay quien lo inicie, salvo quizás
unas fuerzas armadas más beligerantes que las actuales ayudadas
por otros. No es falta de nacionalismo, es la pura realidad.
Leonor Uribe de Villegas
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