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En ellas nos pone a pensar un suplemento publicado por el diario "El Espectador"
de Bogotá, cuya autoría se debe a Michael Reid, un inglés
que lo escribió para el famoso "The Economist", de Londres.
Se analiza en él la crisis política, económica
y los efectos de la violencia que vive el país.
Obviamente se comienza con el máximo de nuestros males: el narcotráfico
y su consecuencia inmediata, la guerra de guerrillas, la destrucción
de las tierras dedicadas al narcocultivo, su nueva forma de erradicación
a través de fumigación aérea y la corrupción
generalizada desde el Congreso de la República y toda la administración
del país.
Es cierto cuando el autor afirma que la violencia no es algo nuevo,
pero ha tomado nuevas formas. Ya en varias ocasiones he contado su origen
puramente político desde 1948. Ha ido creciendo hasta ser la tasa
de violencia, en proporción a la población (¿40 millones
de habitantes?), más alta del mundo. No se vive bien en Colombia,
cada día cunde la desesperanza. Es un país subdirigido, en
donde se da culto al rey Midas. El afán de riqueza es superior a
del poder.
Antes pensamos que quizás los paramilitares ayudarían
a acabar con la extorsión y el secuestro. Han caído también
en ellos y asesinan por todo el país, sacando los campesinos de
sus tierras. Hoy la parte más dolorosa de esta violencia son los
millares de desplazados de sus tierras, caminando por carreteras familias
completas, con sus trebejos a los hombros.
¡Qué dolor se siente por todos ellos! ¿Qué
está haciendo este gobierno ineficiente por corregir este horror?
¿Hasta cuándo los niños pequeñitos caminarán
corriendo detrás de sus mayores? Y a este cuadro se agrega la aparición
de las guerrillas que se enfrentan a los "paras", se roban niños
de 8 y más años y pequeñas adolescentes que
van a ser adiestradas para la guerra o la prostitución.
En Colombia debemos decir: "Bienvenida sea la intervención de
los Estados, venga de donde venga. No acabaremos nosotros con esta guerra.
Fumiguemos guerrilleros y no solo matas de coca y amapola. El ejército
solo no puede y el gobierno necesita ser cambiado". Es la opinión
del 90% de la población.
Leonor Uribe de Villegas
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