Mayo 10 de 2.001 |
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A Gustavo lo conozco desde muchacho, en Tuluá la patria chica de ambos, en el centro de este Valle del Cauca. Ha escrito varios libros y artículos de prensa, todos muy vendidos. Tiene muchos amigos y muchos enemigos. Estos últimos lo acusaron de hacer negocios sucios con narcotraficantes y a la cárcel de su pueblo fue a parar porque acá a los verdaderos criminales se los deja libres. Conozco a su familia y no hay personas más honorables que esa madre anciana y sus hermanas. "Cóndores no entierran todos los días" es uno de sus libros más famosos. Habla sobre el comienzo de la violencia en este Valle, que fue de origen político (conservadores contra liberales ) y no esta guerra sin sentido, actual, como la define Alvarez "de pobres y entre pobres, que todavía se hace a bala, mientras en Afganistán la hacen con misiles" Ospina comenta que es una guerra "que intimida a la sociedad, pero en la cual nadie encuentra a qué apostarle". El problema de esta guerra es que no hay voluntad de ninguna de las partes en ganarla. Como el juego aquel de " a que te cojo ratón, a que no gato ladrón". Hay un ejército al cual le faltan armas, una guerrilla de analfabetas bien armados, un pueblo harto que vive aturdido por los partes de victoria de uno u otro bando, mientras la patria se deshace. La verdad es que esperamos la ayuda que los Estados Unidos han prometido, mientras arrasan las tierras con aspersión de venenos a través de helicópteros, pero el negocio de los narcoguerrilleros continúa. Gustavo propone que "refundemos a Colombia, como propuso una adivina, el 31 de Diciembre pasado por la televisión, dado que al país hay que darle una nueva carta astral, hay que cambiarle la fecha de nacimiento." Este artículo, mejor un "autoreportaje" entre dos, lo publicó el magazín dominical de "El Espectador", "La Revista" del 6 de mayo pasado. Leonor Uribe de Villegas |
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