Mayo 1 de 2.001 |
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Comienza removiendo la herida que inútilmente nos causó el antes muy querido presidente Clinton al firmar el perdón para una larga lista de amigos suyos que estaban presos, entre ellos narcotraficantes. Precisamente contra eso escribió "El Tiempo" de Bogotá, el mejor diario de Colombia, un artículo titulado "La moralidad de los fuertes". Clinton había condenado severamente al gobierno colombiano por tolerar la poca acción de la policía, alrededor de los noventa. La guerrilla izquierdista de Colombia se ha enriquecido por las cuotas que obtiene de los narco-cultivos. Eso lo sabe la policía gringa cuya política exacerba aún más la guerra civil del país. Este cambio de gobierno en USA quizás sirva para que haya otras políticas a fin de hacer mas eficaz la acción contraguerrillera. Se ha aceptado fumigar desde helicópteros grandes extensiones de cultivos de coca. Esas tierras quedan arrasadas y los campesinos se cruzan de brazos ante su impotencia para volver a cultivar esos productos que llamamos de "pan-coger". Se han destruido por el ejército y la policía grandes laboratorios ocultos en las extensas selvas o aún vecinos de pequeños pueblos. Sin embargo en USA creen que acá no se hace lo suficiente. No les importa el hambre que pasan las poblaciones que pierden su "modus vivendi" Las drogas, mejor su consumo por alta demanda en los países desarrollados, son una maldición para quienes las producen por presión de los traficantes. El autor del artículo mencionado es Russell Crandall, profesor de ciencias políticas en Davidson College , North Carolina . No cree mucho en la política del Presidente Bush quien la heredó de Clinton pero avanza a paso muy lento. Mientras tanto crece para los consumidores el mercado de drogas sintéticas, que para horror nuestro llegó a Colombia con pastillas baratas llamadas "éxtasis". Desde hace unos años tienen en Europa alta demanda. Por eso a esos países les interesa poco el llamado "Plan Colombia" , de Bush y Pastrana. Los dos están regios para juntarlos y botarlos al tarro de la basura. No sirven para nada. Leonor Uribe de Villegas
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