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Nos morimos, a cualquier edad pero peor si estamos viejos, y no alcanzamos
a comprender el poder de falacia del ser humano. Con mayor seguridad si
es un político avezado, a quien sólo le importa su triunfo
personal, dominar la masa de cretinos que lo siguen, ofrecerles "el oro
y el moro" y dejarlos, como decimos acá, "viendo un chispero".
Vivimos de desengaño en desengaño producidos por aquellos
gobernantes en quienes confiamos algún día. Hay excepciones
indudablemente, mas se cuentan en los dedos de las manos. Pero cómo
tienta el poder para ganar fama, dinero, popularidad. Llegar a ser el gobernante
del país más poderoso de la Tierra y defraudar no solo a
sus votantes sino a quienes, foráneos, en él confiamos, es
un ejemplo funesto para el mundo.
Me dolió el sentimiento que tiene contra Bill Clinton quien
fuera su amigo, el general Rosso José Serrano, ex-director de la
Policía de Colombia, cuando supo que la víspera de entregar
el poder firmó un decreto por el cual perdonó, entre muchos
otros condenados, a 18 narcotraficantes.
Duro golpe para Colombia, que en su lucha contra estos bandidos y la
guerrilla, que se lucra también con el sucio negocio, ha perdido
lo mejor de gente, ya civiles, militares y policía.
Por eso dice bien el general Rosso, quien ya fuera de la policía
se fue a vivir a los Estados Unidos: "Deben estar riéndose de nosotros".
¿Por qué en ese país no han emprendido una campaña
eficaz contra el consumo de drogas? Con toda su riqueza y poder deberían
tener sitios apartados de las ciudades en donde construir centros de rehabilitación
para drogadictos.
Todo se resuelve echándole la culpa a Colombia y no aceptan
que porque hay demanda hay oferta. Que no sólo ofrecen los colombianos
sino la "mafia" internacional. ¿No pertenecen a ella los amigos
de Clinton liberados por él?
Tenemos los crímenes, el daño a las tierras fumigadas
con venenos desde helicópteros, el rechazo mundial al país
y miles de presos que ya no caben en las cárceles, mientras el mundo
se lava las manos o habla de lo que no conoce. De George Bush esperamos
menos que de su simpático antecesor. ¡Pobre Colombia.!
Leonor Uribe de Villegas
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