Sucede en nuestro país desde que vivimos la guerra civil que ha durado cincuenta años. En este instante, nada más, escuché por la radio como hoy tuvieron que huir de su pueblo más de quinientos colombianos, campesinos, a causa de la guerrilla que llegó allí a amenazarlos.
Eso ocurrió en Cundinamarca, el departamento del cual es capital Bogotá, a la vez capital de Colombia. Se van como huyen todos: con un atadito de ropa, no llevan nada de comida, pero si cargados sus niños pequeños.

Esta mañana vi un cuadro similar, pero esta vez iraquíes afectados por la guerra de USA e Inglaterra contra su país. Las mujeres huyeron con trajes largos, negros, y su manto les servía para acomodar a sus bebés mientras llevaban otro de la mano.

¡Cuántos muertos de ambos bandos! ¿Será ésta una guerra justa? ¿O será que el presidente Bush quiere terminar lo que dejó su padre?
Otra vez: ¿quién lo sabe?
Cuánto dolor y lágrimas acá y allá.

Sólo nos queda rezar y pedirle a Jesús que meta su mano poderosa para que haya justicia en la Tierra. 
Así sea.