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En la madurez (¿o vejez?) empieza uno a acordarse de las historias
contadas por los abuelos y, por lo menos en mi casa, van estrechamente
ligadas a la historia de este amado país lleno de héroes
y de malhechores.
Repaso un poco la autobiografía de don Julián Uribe Uribe,
ingeniero, quien abrió la carretera de Cali al puerto de Buenaventura.
Hermano del famoso general Rafael Uribe Uribe, liberal quien lideró
las fuerzas de ese partido en las muchas batallas contra los conservadores,
fue él su personaje inolvidable como para toda la familia.
Humildemente reconoce que "habiendo sido un hombre oscuro, no habré
de tener biógrafos". Fue don Julián el tercero de diez hermanos,
hijos de don Tomás Uribe Toro y doña María Luisa Uribe
Uribe . Sobresalieron Heraclio, el mayor, fundador de Sevilla un pueblito
del Valle del Cauca, quien juntamente con Rafael, Tomás y Julián
fueron Senadores de la República, el general por Antioquia, Julián
por el Cauca y Tomás por el Valle. No creo que haya habido familia
igual.
Su hermana Emilia, la menor, fue mi abuela materna y también
tuvo diez hijos. Vivían en una finca y como ella era pedagoga fue
la maestra de todos ellos. ¡Y qué maestra! Le juego su educación
a la de cualquier bachiller de ahora.
Les costó duro defender el liberalismo: al abuelo lo hirieron
y al tío Rafael lo asesinaron en las gradas del Capitolio Nacional,
en Bogotá.
El amor a la tierra fue el único que les dejó réditos,
no siempre porque en Colombia, antes y ahora no han faltado guerras, unas
por política y otras por afán de lucro, como la de ahora,
cuando las guerrillas ganan millonadas negociando con coca, marihuana y
amapola.
Siquiera se murieron los abuelos. Murieron por sus creencias pero jamás
pensaron que el país llegaría a un grado de depravación
como el que ahora tiene. Jamás se hubieran soportado tantos depravados
compañeros del Congreso.
Leonor Uribe de Villegas
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