Marzo 20 de 2.002 
EL APOSTOL DE LA PAZ

Así fue bautizado el arzobispo asesinado aquí en Cali el pasado día 16, Monseñor Isaías Duarte Cancino.
Difícilmente se puede ver un pueblo más adolorido que éste, más solidario, con una mezcla de sentimientos de rabia y pena de ese largo millón de habitantes de esta ciudad.
Ricos y pobres elevaron sus voces de protesta al tiempo que agitaban pequeñas banderas blancas y tricolores (amarillo, azul y rojo), mientras dentro de la Catedral se reunían altos miembros de la Iglesia de Colombia y otros países, incluido el Nuncio Apostólico, un italiano.
¿Quién no estaba? Vino el Presidente de la República, Misael Pastrana, con su esposa, más todos los Ministros, los altos mandos militares, gobernador, alcalde y sus funcionarios, candidatos presidenciales, la alta sociedad.
En el atrio de la catedral, sobria y bonita se colocó un gran retrato de Monseñor Isaías, escrito arriba: "Apóstol de Paz". A la entrada principal había un altar improvisado y una base de madera en donde se puso el féretro. La misa la ofició el Cardenal Pedro Rubiano, el que por años llamé el "Padre Pedrito" cuando me ayudó en mis obras sociales aquí en Cali.
Fue filmado todo el acto que duró más de dos horas. Gracias a Dios esta pobre tullida que soy hoy, participó de corazón de la bella ceremonia. La catedral está situada a todo el frente de la Plaza de Caicedo, la principal, muy bella con sus altísimas palmeras que un caleño calificaba como las más altas del mundo.
No hubo sino un "lunar", más que justificado. Las cámaras mostraban la inmensa multitud que llenaba la plaza y sus alrededores. ¿Más de 50.000 personas?. Todos lloraban y rezaban. Hasta que terminó la ceremonia y trató de hablar Pastrana y empezó el abucheo. Inteligentemente él ordenó un minuto de silencio y tocaron un himno los soldados que estaban con sus instrumentos.
Volvió a tratar de hablar y fue difícil escucharlo. El pueblo no le perdona que en días anteriores a las últimas elecciones Monseñor Isaías le avisó que había narcotraficantes infiltrados en las listas para el Congreso. Él le pidió que dijera nombres, lo que Monseñor no pudo. ¿Secreto de confesión? Y muy grosero Pastrana le dijo que eso era como "tirar la piedra y esconder la mano". El pueblo todo lo supo. No le perdonarán jamás.
Leonor Uribe de Villegas
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"El pueblo todo lo supo. No le perdonarán jamás"
 
 
 
 
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