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No sólo es el de Pakistán y la India, peleando por Cachemira,
acrecentado por la negativa al diálogo entre Pervez Mousharaf, presidente
del primer país, y Atal Bilkari Valpayee, primer ministro del segundo.
Ambos países tienen la bomba atómica por lo cual corre
peligro el mundo entero. Los dos gobiernos han negado la posibilidad de
utilizarlas en el conflicto de límites que ya existe en Cachemira,
pero tropas indias y pakistaníes se han enfilado a ambos lados de
la linea fronteriza.
Las Naciones Unidas han hecho un llamado a la cordura, pues se calcula
que, en caso de su uso, habría alrededor de 17 millones de muertes.
Ante ese conflicto la guerra civil en Colombia sería casi como
un juego con soldaditos de plomo. Pero no debemos minimizarla porque llevamos
50 años de luchas intestinas que han dejado miles y miles de muertes.
Desde 1.948 empezaron esas guerrillas, que tuvieron fines políticos:
conservadores armados por sus jefes de entonces, matando liberales y viceversa.
Hoy el objetivo es asqueante: apoderarse de tierras aptas para el cultivo
de alucinógenos.
Su exportación ha vuelto millonarios a esos bandoleros.
Tenemos fe en Dios que ésto cesará pronto, cuando tome
el poder, el 7 de agosto, el elegido Presidente Álvaro Uribe. A
pesar de que nuestro ejército no tiene el poder de las armas de
los bandidos, confiamos en la ONU, más que en USA, para que con
ayuda de los "Cascos Azules" se ponga fin al conflicto. No pueden los gobiernos
del mundo permitir este derrame de sangre en varios países como
hoy ocurre. Judíos y palestinos, pueblos africanos y asiáticos,
etc. "Tanto va el cántaro al agua que al fin se rompe".
Leonor Uribe de Villegas
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