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Ese es ahora el motivo de tristezas y alegrías de los colombianos.
Nuestros "inefables" guerrilleros de las FARC han decidido, ¡al fin!,
que es hora de poner en libertad a algunos de los policías y soldados
que secuestraron desde hace más de tres años o solo hace
pocos meses. Los que ellos escogen, así como también escogen
a los guerrilleros presos que el gobierno debe liberar.
Qué largas y qué difíciles han sido estas negociaciones
de paz. Primero hablan de liberar unos cincuenta y lo hicieron; ahora han
dicho que liberarán más de 200, pero en un día de
julio en famoso "show" al cual invitan al presidente Pastrana y a dirigentes
comunistas de varios países como Rusia, China, Pakistán,
etc.
Qué asco da observar como se irrespeta el primer derecho del
ser humano: la libertad. Somos solidarios con la alegría de padres,
esposas, hijos de los liberados. Pero al ver las amplias sonrisas de los
bandoleros -y el Señor nos perdone- sentimos odio por quienes han
causado tanto mal.
Cínicos narcotraficantes que han destrozado este país
y se reservan , según lo dijeron públicamente, el derecho
de seguir secuestrando porque es su "modus vivendi".
Sabiendo, como sabemos, que el narcotráfico les ha dado tan
grandes dividendos como para abrir cuentas en bancos del exterior.
Y eso es lo que hace interminable esta guerra. Dicen que son comunistas
pero qué poco dan prueba de ello quienes atacan inermes poblaciones,
provocando masivos desplazamientos de pobrísimos campesinos.
Ayer escuché en un noticiero del exterior que sólo hay
dos países, uno en Asia y otro en África, que superaban a
Colombia en el número de desplazados que se calcula en algo más
de dos millones de personas. Digan sino es para dolor y vergüenza
nuestra esa noticia. Culpables los tres grupos guerrilleros FARC, ELN,
EPL y el de derechas AUC, dizque "autodefensas campesinas". Lo fueron pero
ahora actúan tan sin escrúpulos como los otros, así
se llamen de derecha.
Sigo creyendo que seguiremos como vamos mientras las fuerzas de la
ONU no se decidan a intervenir, como en Kosovo. Duele admitirlo pero es
la única salida.
Leonor Uribe de Villegas
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