Junio 13 de 2.000
LA ADOPCIÓN: LA MEJOR PROTECCION INFANTIL

Cuando terminé mi carrera de abogada, que empecé a los cuarenta, cinco años después hice la especialización en derecho de familia con la ilusión de servir a mujeres y niños abandonados. No es que no exista el problema entre los hombres sino que es en escala mucho menor.
Todavía me palpita el corazón cuando recuerdo mi primera adopción y la última, la 350; no quiero recordar que fue mi enfermedad de estos últimos años -la parálisis en las piernas- la que me impidió volver a mi ejercicio profesional.
Una amiga de USA tenía un hermano casado en Seattle y no podían tener hijos. Me encargó hacerles la adopción de un niño abandonado a quien ella conoció. Estaba en una institución de Bienestar Familia fuera de Cali. Se trajo acá, se le hicieron los trámites legales, vinieron sus padres por ese bello bebé, blanco rosadito (cosa rara) y se lo llevaron a su hogar, ya con el nombre gringo, Mark, en julio de 1.976.
Años después les hice la adopción de una niña, quien curiosamente se parecía a su hermano. El tiene 26 años y ella 20. Tienen un bello hogar.
Hubo un caso de adopción que me conmovió más que ninguno. El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar o ICBF, descubrió que en un barrio elegante de Cali había un niño abandonado, a quien la dueña de la casa, al no volver a aparecer su madre lo ubicó junto con los perros fieros que tenía. El niño se crió con ellos, comía la comida especial de ellos, caminaba en cuatro patas y su hablado eran ladridos.
¡Qué horror! Que eso sucediera en medio de gente civilizada prueba que "el hombre es lobo para el hombre". Un joven holandés, casado, supo la historia y vino a pedir al niño en adopción. En mi oficina los tuve varias veces, era agresivo, pero ya había aprendido a caminar con sus pies pero aún hacía ruidos guturales. El papá decía que el amor curaba todo. Así, no quiso darle un sedante para el largo vuelo hasta Holanda y recordaba con tristeza cómo casi se enloquece ese niño en el avión. El muchacho se demoró en civilizarse, pero lo hizo; después el papá volvió por una niña. El amor si hace milagros.
 Leonor Uribe de Villegas
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"Tenía la ilusión de servir a mujeres y niños abandonados"
 
 
 
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