|
De las lecturas de este "puente" (llamamos así a 3 días festivos
seguidos, sábado, domingo y lunes) me sentí enriquecida por
el ejemplo de dos seres bien disímiles: un sacerdote y una mujer
aguerrida.
En "La Revista", magazín dominical de "El Espectador",
diario de Bogotá, encontré la historia de un sacerdote ugandés,
quien se vino desde la lejana África a trabajar por otros seres
tan discriminados como los de su raza negra, los indígenas.
El se llama Peter Ssekajugo Lusozi y nació hace 35 años
en Masaká, Uganda. Desde hace seis meses este bien plantado sacerdote
es el párroco de Tacueyó, al norte del departamento del Cauca,
vecino a nuestro Valle del Cauca. Tiene 11 hermanos en su país,
tan pobre o más que el nuestro. De Idi Amín Dada, todo el
mundo oyó hablar. Un dictador más malo que Caín. Más
de un millón de muertos, medio millón de lisiados y dos millones
de desterrados fue su trágica herencia.
El padre Peter estudió en Kenia Filosofía y se vino a
Colombia; en Bogotá hizo 3 años de teología y ya listo
para el sacerdocio se ordenó en su tierra y volvió a la misión
de la Consolata con la cual trabaja, bajo la dirección del obispo
de San Vicente del Caguán (zona de "despeje" dicen que es pero no
lo es) monseñor Francisco Javier Múnera.
Peter habla buen español y así no tiene problemas de
comunicación con las tribus indígenas con las cuales trabaja.
Ellas lo quieren y respetan. Es un buen aficionado al fútbol y juega
con los indios. Dios lo bendiga por su labor.
...
En la Cámara de Representantes, en Bogotá, estaba en discusión
un proyecto de ley de seguridad y defensa que, según comentan, dejaba
en manos del ejército buena parte de la administración de
justicia, la cual compete a la rama jurisdiccional.
Había más partidarios que opositores pero cuando menos
se pensó intervino una mujer joven, inexperta en esas lides pues
se había dedicado a ejercer su profesión de enfermera, María
Eugenia Jaramillo. Venía del Vaupés, del corazón de
la selva amazónica en donde vive desde 1.981. Es nacida en el departamento
de Caldas.
Trabajaba con 23 grupos étnicos, con 92% de población
indígena. Medicina y sacerdocio, dos profesiones que se prestan
para servir a la humanidad. Y si se tiene poder político, el servicio
es bien efectivo. Nuestra joven enfermera tumbó el proyecto de ley
que no era bueno para la comunidad y así en Colombia supimos de
la existencia de una valiosa mujer.
Leonor Uribe de Villegas
|
|