Julio 26 de 2.001
UN SUEÑO CONVERTIDO EN CUENTO

Cuántas veces soñamos cosas absolutamente inverosímiles y cuántas las consideramos premonitorias. La gran mayoría, ya despiertos, se olvidan pero otros se quedan grabados y cuántos miles sirven a los psiquiatras para conocer el origen de los males de sus pacientes.
Bueno, esta madrugada me despertó casi una jovencita de unos 13 años, a quien le dí el nombre de Leidy porque era muy parecida a la actriz principal de una película colombiana, filmada en Medellín, que se llama "La vendedora de rosas".
Esta niña pertenecía a una banda de gamines de un barrio pobre de esa ciudad. No robaba, le ayudaba a su mamá vendiendo rosas. Ella era de una inteligencia sobresaliente, adquirió fama con su espontánea presentación pero quienes la elevaron luego la abandonaron y volvió a su grupo, consiguió padre para el hijo que tuvo y de vez en cuando la presentan trotando calles en su ciudad. Siempre es aguda para responder a las preguntas que le hacen.
Bueno, mi flacuchenta e inoportuna visitante salió de pronto de un rancho por allá lejísimos, como en la orilla de un río en la selva. ¿Qué hacía yo por allá? ¿Habrá un intérprete de sueños que me lo diga? Esa niña me conmovió y ella se me prendió como una lapa. Flaca, de pelo lacio, con una bata hecha jirones, hablaba y hablaba. Se quería ir conmigo a donde yo fuera.
Me desperté molesta y confundida. Así nos solemos sentir cuando los gamines nos siguen, pidiéndonos limosnas. Sentí que el Señor me reclamaba por haber abandonado la flaquita.
Dios no perdona fácilmente las faltas contra la caridad, pues es la virtud que mayormente debemos practicar. Con más razón en estos países en donde hay una brecha tan grande entre ricos y pobres que se agranda más ahora con la crisis económica que sufre el mundo y, sobre todo, Latinoamérica.
Dar unas monedas es tan fácil. Y tan difícil hacer tomar conciencia a los que mucho tienen, de la necesidad de comprometerse en obras que creen mayor justicia en la distribución de las riquezas.
Darse y no dar. No es fácil. No podemos pasar por este mundo como el rayo de luz sobre el cristal. Hay tantas Leidys en él
Leonor Uribe de Villegas
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"Dios no perdona fácilmente las faltas contra la caridad, pues es la virtud que mayormente debemos practicar"
 
 
 
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