Febrero 8 de 2.001 |
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Es el caso de Martha Inés Escobar Uribe, una sobrina monja, quizás la persona que más admiro en este mundo por su vida fuera de serie. Ella vive en un caserío de leprosos, Mokolo, en Camerún, Africa. Hace diez años se fue para allá después de estudiar en Medellín, hacerse monja de la Presentación, graduarse de enfermera Washington, previa una experiencia con nuestras comunidades negras del Chocó y en el límite con Panamá. Se fue a Paris y allá escogió para trabajar ese leprocomio de Mokolo, auspiciada y ayudada por la orden de los Caballeros de Malta, quienes son los auspiciadores de esa obra. Ellos le dieron, hace dos años, su máxima condecoración. No la muestra, no la exhibe. Viste su humilde hábito y si la ocasión lo necesita se pone su bluejean y sale a trabajar. Cada tres años viene a visitar a sus hermanos (sus padres ya murieron). Su papá fue cardiólogo importante acá en Medellín, Colombia. Vivía orgulloso de esta hija, como todos los que han sabido de ella por un programa de televisión. Ahora fuera de su trabajo con los adultos enfermos vive feliz porque pudo al fin construir una guardería para niños hijos de ellos. "La joie de vivre", la alegría de vivir, se llama. Hay que ver las fotos de esos negritos sonrientes para saber qué es verdaderamente la alegría. Me manda Martha unos versos, seguramente de ella, para "un poco de coraje para comenzar el año 2.001 y los titula: RECOMMENCE RECOMIENZA
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Leonor Uribe de Villegas |
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