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Así
han sido llamados todos esos monjes y monjas enclaustrados, quienes pertenecen
a congregaciones religiosas católicas y viven en estado de adoración
perpetua. No son parásitos de ninguna sociedad, proveen a sus propias
necesidades con cultivos que ellos mismos realizan y alcanzan para muchas
personas mas.
Desde los comienzos de la cristiandad esos seguidores de Cristo han
querido concentrarse en la meditación y la oración, aunque
el instinto natural del hombre es la comunicación y no el silencio,
el vivir activo y en un porcentaje muy alto de población, producir
dinero para sí y los suyos. Otras comunidades religiosas hay, como
verdaderos ejércitos, tales los jesuitas. Pero también están
los franciscanos (frailes y monjas, porque los jesuitas no las han tenido
nunca) y muchas congregaciones más, hasta formadas por laicos y
sacerdotes como el Opus Dei.
Mis lectores se extrañarán del tema de hoy. Les confieso:
estoy cansada de hablar día tras día de la violencia inacabable
en Colombia, de la locura de las guerrillas, más crueles en estas
vísperas de elecciones para un nuevo Congreso. Y de la angustia
que tenemos por la vida de los candidatos presidenciales.
Así,
pues, me pareció un oasis un artículo que apareció
en "La Revista" del hebdomadario "El Espectador" en donde se hace un reportaje
a unos monjes benedictinos, de clausura, quienes viven en un monasterio
no lejos de Bogotá, en un lugar llamado "El Rosal".
Allí llegó en 1.964 el hermano alemán Jorge Bauer,
sin tener ni idea de este país. Desde 1.923 se había fundado
una abadía en Venezuela pero acá no había ningún
benedictino. Habían llegado otros dos, antes de Bauer y trajeron
las enseñanzas de San Benito que datan del siglo V d. C.
Allí
compraron una vieja y hermosa casona que hoy es el monasterio de El Rosal.
Tienen 40 hectáreas y una hospedería en donde llegan visitantes
que quieren descansar del mundanal ruido. Hay una laguna que los abastece
de agua para el consumo y riego para los cultivos que ellos hacen. Tienen
taller de mecánica, carpintería, el hato (venden leche) etc.
Oficio no les falta.
El hermano
Bauer es el organista y es un músico tan consumado que ha hecho
de guaduas un órgano grande y sonoro. Reflexión y estudio
son las características de esta comunidad que posee famosas bibliotecas.
Dentro de ella hay sacerdotes y hermanos. El padre austriaco Norberto Zeilinger
es el Prior de El Rosal. ¡Qué envidia da esa vida llena de
paz y laboriosidad!
Leonor Uribe de Villegas
Fotografías tomadas de "La Revista" de "El
Espectador" |
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