Cómo nos suenan de huecos los discursos de los revolucionarios de
todos los pelambres, esparcidos por el mundo entero, cuando al leer la
biblia nos tropezamos con los milagros que El hizo por donde quiera pasó.
Abrala en cualquier parte de los Evangelios y allí encuentra
que en cada pueblo adonde llegaba se apretujaban las gentes llevándole
en camillas enfermos de muchos males. Otros sólo aspiraban, como
yo, a poder tocar el borde de su manto.
"Si logro acercarme a El quedo sano", se decían. Este es el poder
de la fe. Jesús así demuestra el poder infinito de su Padre
y el amor que siente por su labor .
El sistema religioso de su tiempo tiene que empezar a cuestionarse.
Porque es con Jesús con quien cambia el trato a los pobres, a los
marginados. Con El no hay vanas promesas, falsas esperanzas, como son las
de nuestros demagogos en estos pueblos subdesarrollados.
Jesús rescata el concepto bíblico de gracia . Es en esa
tierra de Genesaret en donde hoy ocurren los milagros que nos conmueven.
Es en el "Caguán", al sur de Colombia en donde el 8 de este mes
de febrero se juega el destino del país al aceptar la guerrilla
que habrá diálogo. Pero no han dejado de poner condiciones.
Por sus asesinatos, días tras días, años tras años,
es casi imposible creerles.
El presidente Pastrana ha sido muy accesible al diálogo, les
ha concedido lo que le han pedido, hasta esa inmensa "zona de distensión"
(48.000 km2) para que cometan allá todos los delitos que han querido.
Debería llamarse mejor "zona de secuestrados". Dios nos ayude con
ese "diálogo de paz" y fortalezca el débil carácter
de nuestro presidente.
Leonor Uribe de Villegas
|