Febrero 20 de 2.001 |
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Cuando me retiré de columnista del "El Espectador", diario bogotano, en donde colaboré por casi 30 años, al vender sus dueños, los Cano, familia a la cual quise mucho, me dio tristeza continuar esa columna. No soy vanidosa pero creo que eran escritos valientes y tuve muchos y buenos lectores. Pensé que con el nuevo director podría, de pronto, volver pero no lo ha considerado él así, a pesar de ser el hijo del único jefe político que he reconocido y admirado, el Presidente Carlos Lleras Restrepo. Y omito la partícula "ex" porque, aunque haya muerto, Colombia lo quiere vivo y luchando. En el muy buen magazín llamado "La Revista" , del diario mencionado antes, hay entretenidas lecturas. Gracioso y a la vez triste, lo que parece un contrasentido, hay un artículo sobre el colorido de los cementerios, en especial los que existen desde el siglo XIX en Medellín. Parece que hay que tener "estilo" para dejar el recuerdo de los parientes difuntos, a través de lujosos mausoleos. Es un rito ese último acto de despedida de los parientes ricos. Sentí pudor al leer que en ese viejo cementerio de San Lorenzo había 50 de esos monumentos de propiedad de los Uribe Restrepo, mis antepasados. Pero la imaginería popular es asombrosa.. En nuevas tumbas de la gente del pueblo los arreglos florales son en forma de muñecos, corazones, hasta Mickey Mouse y cintas timbradas que dicen: "¡Mama! Nos duele tu ausencia" - "Ignoro como estás, pero no llores". En un elegante mausoleo está, en el cementerio de San Pedro, También en Medellín, una de las mejores réplicas de la Piedad, de Miguel Angel. "Paisas" ricos (así llamamos a los antioqueños), los dueños de esa tumba. Cómo parece de buena la cremación y la cajita en que dejan los restos. Es un acto de humildad y una forma de contribuir a no gastar tierra en esqueletos. Leonor Uribe de Villegas |
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