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Qué pena que la sonrisa y aún más la risa, se fueron
de nuestro entorno. Día tras día suceden hechos tan graves
que, aunque estemos lejos, nos conmueven hasta las lágrimas.
Ya en mi nota anterior les conté de la tragedia ocurrida en el
club "El Nogal", en el centro de Bogotá, que dejó 34 muertos
y más de 150 heridos, má la edificación totalmente
destruida.
El mismo viernes 13 encontraron muerto al ministro de Protección
Social Juan Luis Londoño y sus cuatro acompañantes. Se juntaron
todos los sepelios y todos, pañuelo en mano, vimos en la TV tan
doloroso programa.
El cual, por cierto, no fue el último. El jueves 14 los terroristas
de las FARC (el grupo más sanguinario que jamás conocimos)
volaron en Neiva en la cabecera de la pista de aterrizaje, a eso de las
8:00 am, una casa que estaba llena de dinamita y cohetes que estallaron
a destiempo porque esperaban que a esa hora aterrizaría el avión
presidencial.
El presidente Uribe llegó a las 8:00 pm, visitó el lugar
de los hechos y se fue a una iglesia en donde velaban a algunos muertos.
Otra vez nos hizo emocionar al verlo con tanta fe rezando el Rosario con
los presentes. El es un honor para Colombia.
Pero no tiene un rato de paz. Al llegar a Bogotá se encontró
con la noticia que las guerrillas de las FARC se acercaron a una avioneta
de USA accidentada. En el sur de Colombia.
Fue cerca de Florencia, capital de Caquetá, al sur del país.
Había cinco pasajeros. A los pilotos, uno americano y otro colombiano,
les metieron sendos tiros en sus cabezas. Los otros tres americanos desaparecieron,
quizás secuestrados.
Esta es nuestra patria, ¡Oh Dios mio! ¿Hasta cuándo?
Leonor Uribe de Villegas
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