Diciembre 27 de 2.000 |
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Cada cual desfila con el paso que quien lo monta lo hace hacer: Trote, galope, lo que sea. El equitador se viste según las circunstancias; o la equitadora y qué bellas muchachas desfilan. Siempre me han gustado los caballos, desde que íbamos a la finca de mi padre. El los amaba. Es este, quizás, el único acto ferial que me entusiasma. No así las corridas de toros. Vienen a esta ciudad los mejores toreros del momento y compiten con los nuestros, quienes salvo dos o tres, poco se han destacado internacionalmente. La plaza de toros "Cañaveralejo" es bonita y moderna. Como lo son nuestras "manolas", vestidas a la usanza. Bueno, en Cali vivimos desde el 25 de diciembre al 3 de enero una verdadera "pachanga". Esa palabra significa fiesta, pero fiesta con bailes en casetas que se arman en todos los barrios y con orquestas, las mejores, de acá y del exterior. Hay una orden no escrita pero implícita en la Feria: "toca divertirse". Y toca olvidar todas las angustias de este 2.000 en donde la violencia creció como nunca. Asesinatos por delincuencia común y guerrillas, amenazas por doquier, secuestros y chantajes. Esta semana es para olvidar y perdonar. Para coger nuevas fuerzas, valor y entereza para seguir viviendo en el país y no tener como única mira la expatriación voluntaria. Colombia se está quedando sin sus mejores profesionales y trabajadores que ya no encuentran oportunidades en donde se cierran tantas empresas. Año nuevo, vida nueva. Se la deseo próspera y feliz a mis compatriotas y a todos los que me leen. Leonor Uribe de Villegas |
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