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¡Qué buena es la vejez! Se dejan a un lado las carreras, las
angustias porque no se sabe cuál regalo escoger para familiares
y amigos, de acuerdo con esta época navideña del año
2.000. Han cambiado los gustos y las modas.
Pero en esta Cali, en donde vivo, se piensa, a pesar de la inseguridad
y la violencia, en la Feria de Toros, esas corridas que siempre me horrorizaron.
La violencia tiene allí una de sus manifestaciones más crudas,
con todo y la belleza del circo. Luces, licor, "olés" y disfraces
andaluces.
Por años y años ese es el programa decembrino, que comienza
con una cabalgata que cruza la ciudad el 25 de diciembre. Los toros alcanzan
hasta la primera semana de enero.
Cuán pocos hacen a un lado las luces, el licor y las fiestas
por reuniones familiares en donde se reza la Novena del niño Dios
y se cantan villancicos. Claro que esto se acaba el 24 por la noche. Pero
los bailes, de verdad, verdad, jamás en el año se dejan de
realizar en las llamadas "discotecas".
Este pueblo nuestro, mezcla de razas hispana, negra e india, con un
prototipo mulato y mestizo tiene las costumbres heredadas de sus
ancestros. Los bailes de cada región del país se caracterizan
por las etnias predominantes en ellas.
Así, pues, el 2.001 amanecerá sin bruscos cambios a no
ser que el Niño Jesús nos dé el mejor de los regalos:
la paz.
Ha habido una señal significativa: el segundo grupo guerrillero
del país, el ELN (Ejército de Liberación Nacional)
acaba de entregar más de 40 policías y soldados que tenían
secuestrados. Buen ejemplo para las FARC que tienen secuestrados a más
de 300 uniformados y más de 2.000 civiles retienen entre los dos
grupos.
Este es tiempo de oración y de meditación, más
cuando hemos celebrado la primera Navidad del nuevo milenio. Que este Año
Nuevo sea feliz para todos.
Leonor Uribe de Villegas
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