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Ninguna otra reflexión se me ocurre hoy diferente a aquella
que para esta época hacemos los cristianos: el nacimiento del niño
Dios, en ese pobre pesebre, que al fin encontraron, María y José
en las afueras de Belén. Pueblito éste que ha hecho historia
por 21 siglos y que, como todo el país de Israel sigue haciéndola
porque nunca han tenido paz los judíos desde antes de Cristo.
Paz que si hubo en su hogar con sus amorosos padres. Ejemplo del amor
y la entrega desinteresada que debe existir entre los cónyuges pero,
lamentablemente el egoísmo prima en el mundo y ya no se observa,
especialmente entre profesionales y también en todas las capas sociales,
sino el afán del propio poder, de la autorealización .
Que pena da observar cómo las parejas prefieren aceptar, cada
cónyuge por su lado, la oferta de trabajo mas favorable, sin tener
en cuenta la opinión del otro o del daño que se causa a los
hijos pequeños al enviarlos a jardines antes de que sepan hablar.
Como abogada vieja, especializada en derecho de familia, tuve que escuchar
a parejas en conflicto. No interesa el número de años que
lleven de casados, pero las crisis más frecuentes las sufren jóvenes
cónyuges.
Es muy importante que busquen orientación profesional antes
de tener que llegar al siquiatra. No dejar que las diferencias se ahonden
porque se deja actuar al egoísmo sobre el amor. Es verdad que son
tentadoras aquellas oportunidades que permitirán que crezca el ego.
Olvidan que primero estuvo el juramento ante Dios de aceptar una unión
en los buenos y en los malos tiempos.
Saber compartir es la lección que deben aprender estos jóvenes
o viejos matrimonios. Todo se comparte y ese es el dilema para los egoístas.
Quien no llega con esta convicción al paso más importante
que se da en la vida, seguramente fracasará. Esto no quiere decir
que cada uno debe ceder ante las convicciones y creencias del otro, sino
aceptarlas y con un poquito de "malicia indígena", como acá
decimos, tratar de acercarlas a las nuestras.
Una Feliz Navidad y un Año Nuevo lleno de paz deseo a mis lectores.
Leonor Uribe de Villegas
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