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Este interrogante nos lo hacemos, día a día, al leer la prensa,
escuchar noticias y verlas, en forma más dramática, en la
televisión.
Creemos que la única violencia es la que azota nuestra tierra
y nos encontramos que bien lejos de Colombia hay terrorismos iguales o
peores, hay crímenes, y que desde adolescentes se involucran en
asesinatos, atracos, robo a mano armada. En fin, subversión.
La paz se acabó por la ambición de poder que tiene el
hombre, ese descendiente de Caín, porque no alcanzó a haber
de Abel. La violencia física y sicológica campea por el mundo.
La conclusión lógica es la angustia diaria por la inseguridad
propia y de hijos y nietos.
Estos últimos no conocieron qué es vivir en paz. "Cuidese
mijo" es la recomendación que se les hace a toda hora. Porque en
el momento y lugar más inesperado surge el enemigo a quien ni siquiera
conocíamos.
El 16 de diciembre comienza la Novena de Navidad o de Aguinaldos. En
mi lejana juventud se apostaban éstos, con amigos o parientes: hablar
y no contestar, pajita en boca, golpe en la espalda, etc. Eran formas de
diversión sanas; el que ganara debía recibir lo apostado,
cualquier regalo. Y en las tardes se rezaba en familia, frente al más
bello pesebre que pudiera hacerse, los nueve días de la novena -
16 a 24, inclusive- en donde pedíamos los regalos que ansiábamos
(de acuerdo con la capacidad económica de la familia y el número
de hijos y en mi casa éramos 13).
¿Cuántos niños de hoy tienen esos hermosos recuerdos?
"Gloria a Dios en las alturas, y paz a los hombres de buena voluntad" decían
las cintas grandes que se colocaban sobre los altares. Se le salen a uno
las lágrimas al ver niños de la guerra (los nuestros, los
de Afganistán, Israel y Palestina, el Medio y Lejano Oriente) pidiendo
un mendrugo de pan.
"Esto se acabó", decía mi padre a quien le tocó
vivir la violencia política en nuestro pueblo, Tuluá, en
el Valle del Cauca. Que tal si fuera testigo de que ese mismo Manuel Marulanda,
"Tirofijo", sigue dando guerra desde el 48 allá, hasta hoy, siendo
jefe de las FARC, ya bautizados como terroristas pero protegidos por este
gobierno endeble y su poderoso socio los Estados Unidos. Si, papá,
esto se acabó.
Leonor Uribe de Villegas
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