|
Esa curiosidad nos da a quienes, desde niños, oímos en
el hogar paterno quiénes fueron los abuelos, tatarabuelos
y de ahí para atrás.
Especialmente si se tiene una tía solterona que dedicó
su vida a saber de dónde veníamos los Uribes y encontró
en mi una buena escucha. Ahora ya no vive pero tengo abundante información
por autobiografías y biografías de varias autoridades sobre
el tema.
Tengo a mano una autobiografía escrita por don Julián
Uribe Uribe, con datos muy minuciosos sobre sus padres y hermanos, que
fueron diez: Heraclio (quien fue fundador de Sevilla, acá en el
Valle del Cauca) Julia, Julián (quien vivió en Popayán)
Rafael (el gran general asesinado en las gradas del Capitolio, en Bogotá,
siendo senador de la República) Susana, Teresa, Paulina, Tomás
(médico famoso quien ejerció en Tuluá, acá
en el Valle), Carlos y Emilia, la última, mi abuela materna.
Qué orgullosa me he sentido de esos cuatro Uribes que tengo,
pues mi padre, Luis, fue hijo del abogado y uno de los primeros rectores
de la Universidad de Antioquia, Federico Alejandro Uribe Uribe, tío
de mi abuela Emilia.
Desde niña escuché que el apellido Uribe es una enfermedad.
Somos mandones, nerviosos, ejecutivos. Tengo 75 años y sólo
la neuropatía logró aquietarme, después de 30 años
de ejercicio profesional como abogada, carrera que inicié a los
42 y terminé a los 47.
No se extrañen los lectores por mi contento con el actual presidente
de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, quien cada día da
ejemplo de los valores humanos de su familia. Bondad y generosidad, rigidez
y templanza. Ni mandado a hacer para esta Colombia que se derrumba.
Leonor Uribe de Villegas
|
|