Agosto 29 de 2.000
¿CÓMO ENCONTRAR UNA PAZ ESTABLE?

Esto nos preguntamos, día y noche, quienes vivimos en medio de la guerra. A cada hora del día nos asalta el temor de saber qué nos contarán los medios de comunicación sobre lo que sucede en tal o cual región del país en donde hay grupos en armas.
Y no creo que haya pasado un día de este 2.000 sin que tuviéramos hechos sangrientos, achacables a las guerrillas, a los paramilitares, a los narcos, a la delincuencia común y hasta al exceso de represión de las fuerzas armadas. Todas producen abandono del terruño, y lo que ahora, según los siquiatras, es el mal más extendido entre los colombianos: el "síndrome del pánico".
Sí señores, no es solo angustia lo que tenemos, es pánico.
Lo creo, porque hay ratos en que la vida es una "jartera", como decimos por estar hartos. Y más cuando los vecinos se inmiscuyen en una problema para cuya solución solo hemos pedido ayuda al Tío Sam, al tío rico, que sufre las consecuencias del narcotráfico internacional, que de paso acabó con Colombia.
Los altibajos en estos sentimientos se producen a lo largo del día. Comentamos que Colombia necesita un Fujimori, así fuerte y templado que acabó con la guerrilla. Y a poco estamos hablando pestes contra él por acusar a la guerrilla de negociar armas con Jordania, cuando eran sus mismos ex-oficiales del ejército peruano quienes lo hacían con otros bandidos de talla internacional.
Nuestro ejército conocía la "movida", la tenía hasta filmada, pero no habló oportunamente. Brasil, Ecuador, Venezuela y Panamá nos tienen pavor. Temen que esta "brillante" juventud nuestra, los guerrilleros, ahora por el "Plan Colombia" pasen sus fronteras. Porque eso si nos alegra: el síndrome de pánico lo están viviendo esos asesinos apátridas que le tienen pavor al Tío Sam. Bienvenidos sean, el presidente Clinton, este 30 de agosto, y toda su comitiva. Nos renace el optimismo porque los dos candidatos a la presidencia de U.S.A. están de acuerdo (¡y cómo no!) con el Plan Colombia. Todos trabajaremos por erradicar la drogadicción, el más grave daño para la juventud del mundo entero.
 Leonor Uribe de Villegas
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"El síndrome de pánico lo están viviendo esos asesinos apátridas"
 
 
 
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