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Es lo mismo cuando estrenamos traje de gala, claro, si elegimos con ilusión
uno u otro. Si se ajusta bien a nuestras expectativas la satisfacción
es grande, pero los hombres no somos tan generosos para juzgar.
Con el nuevo Presidente de Colombia, joven con ideas claras sobre el
gobierno y mucho valor para defenderlas, nos sorprendemos cada día
porque no hubo en años un gobernante así. ¡Qué
no hizo la semana pasada!
Radicó en el Congreso el proyecto de reforma laboral. Tiene
bastantes cambios el código sustantivo del trabajo y, obviamente,
ya protestaron las centrales obreras. Amenazan con paro. ¡Ojo! Con
Álvaro Uribe -mi lejano pariente- las cosas no son a la brava. Él
dialoga, pero sin amenazas de por medio.
Con su tendencia marxista, los trabajadores no saben sino amenazar.
Por ahí no es la cosa.
Uribe es justo. Si quita en algunos puntos repone en otros. Pero respeta
la ley y por eso todo se tramita en el Congreso, y el actual que creíamos
favorable a su gobierno saca las uñas temprano. Primero defiende
lo suyo.
Tuvo un acto de solidaridad humana tan ejemplarizante que aún
me conmueve al recordarlo. Secuestraron en las costas del Pacífico,
en el departamento del Chocó a 26 turistas, en su mayoría
de aquí de Cali, casi todos viejos jubilados que iban a pescar.
Al día siguiente viajó a la zona con toda la cúpula
militar.
Del avión pasó a un barco de la Armada y dio instrucciones
sobre cómo procederían las Fuerzas Armadas para lograr el
rescate. Se enteró que habían dejado abandonado a un niño
de 10 años, a quien le secuestraron al papá y al abuelo.
Mandó por él, lo llevó hasta Bogotá y luego
lo envió a Cali acompañado por oficiales de la Fuerza Aérea
y lo devolvió a su madre.
Actos de esta índole nos marcan a este hombre sencillo y bueno.
Dios lo bendiga
Leonor Uribe de Villegas
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