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Desde esta mañana repito esta premonitoria sentencia. Estamos varios
en fila, ¿quién la romperá?
Y entonces, como es obvio, recuerdo la impresión que hace años
me causara la lectura de la biografía de Santa Teresa de Jesús,
escrita por Marcell Auclair. Comienza con una frase suya: "Dábanme
gran contento todas las cosas de Dios; traíanme atadas las del mundo".
Del libro de su vida, cap. VII Fray Juan de La Miseria, contemporáneo
suyo pintó su retrato y el comentario que ella hizo fue: "Dios te
lo perdone, Fray Juan, que ya que me pintaste, me has pintado fea y legañosa".
Nació el 28 de marzo de 1.515. Hace apenas 20 años que
Cristóbal Colón ofreció al rey Fernando y a la reina
Isabel la Católica el imperio sobre un continente. Cuánto
desearía conocerlo ella, tan andariega, que fundó varios
monasterios andando en coches de caballos. En el cruce de un río
se volcó el coche y pudo salir andando empapada hasta los huesos.
Mucho se ha hablado sobre los orígenes judíos de Santa
Teresa, pero no como deshonra. El papá de ella investigó
mucho sobre el tema.
Las hermanas del convento solían cantar estribillos que ellas
mismas componían:
Pues nos dais vestido nuevo,
Rey Celestial,
librad de mala gente
este sayal.
La Madre Teresa se entusiasmó y dijo:
Inquietante este mal ganado
en oración
al ánimo mal fundado
en devoción;
mas en Dios el corazón
tened igual.
Y las hermanas le respondieron:
Librad de mala gente
este sayal.
Leonor Uribe de Villegas
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