Agosto 2 de 2.001 |
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Los corruptos son los ricos, los poderosos económica y políticamente, los que mandan. Los que presiden las naciones, los congresistas, los representantes del pueblo que ingenuamente votó por ellos para las corporaciones como asambleas y concejos. Qué vergüenza nos producen esos "serrucheros" como les decimos en Colombia. Usan bien el serrucho: cortan las tajadas presupuestales y se las reparten. Muy pocos quedan honestos. Hay corruptos de alto "turmequé" como un Menem, en la Argentina, un Fujimori en el Perú con su compinche Vladimiro Montesinos, y los hay en Europa, Asia y casi toda África y América. A los que no son honestos los llamamos "clientelistas" y es a esos a los que se eligen para las corporaciones. ¿Por qué el pueblo no espera ya nada del Senado, la Cámara, los Concejos Municipales y las Asambleas Departamentales? Porque todos los engañados electores somos conscientes de que van a esos puestos sólo para lucrarse, con las excepciones conocidas. Los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial cayeron en la corruptibilidad. Ya se sabe quiénes son y dónde están. Esperamos que los electores (algunos también ya corrompidos) no los reelijan. ¿En donde hace más daño este mal? Para mi es irreparable el del poder judicial. Fallos comprados dejan más sabor amargo que la plata que se robó el senador. Sería bueno revocar el Congreso actual o impedir la reelección de los que hoy están. Sería bueno tener un presidente de la República con los pantalones bien apretados para acabar con tanta vagabundería existente, de la guerrilla para abajo. Sería bueno que a las Fuerzas Armadas las apoyaran más, tanto adentro como fuera del país. Sería bueno que esos miles y miles de campesinos que andan rodando por ahí pudieran volver a sus parcelas y tener la seguridad de que nunca más serán sacados de ellas. Soñar no cuesta nada. Leonor Uribe de Villegas
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