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Esto, que parece un contrasentido, se hace en Colombia desde hace un año.
Cómo se ha abusado de la credibilidad de los colombianos, dudosos
en su gran mayoría de la efectividad de esa política.
Muchos personajes nacionales e internacionales han dialogado con los
jefes guerrilleros de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia)
sentados a una mesa en inmediaciones del Caguán, un poblado que
hace parte de los más de 45.000 kilómetros cuadrados cedidos
en el sur a la guerrilla, en una "zona de despeje". Zona que está
sembrada de coca y amapola, zona de los negocios de los narcotraficantes,
zona que le sirve a la guerrilla para derivar grandes ganancias como porcentaje
de las de los cultivadores.
Los jefes han viajado por Europa acompañados por funcionarios,
entre ellos el Alto Comisionado para la Paz. El gobierno de Pastrana les
ha concedido todo lo que piden, a pesar de que los asaltos a poblados,
destrucción, muerte y secuestros continúan. Se habla de paz
(puro bla, bla, bla) y los delitos continúan a mansalva y sobre
seguro.
Ahora pacta exactamente lo mismo el jefe de gobierno con el ELN (Ejército
de Liberación Nacional) con la sola excepción de que los
3 municipios cedidos en el norte de Colombia, conservarán a la autoridad
civil. Las FARC son el grupo más poderoso, seguido por el ELN.
En una encuesta radial que escuché los ciudadanos que hablaron
estaban bien escépticos. ¿Cómo podemos creer en una
guerrilla que ha acabado con lo mejor del país durante 50 años?
Sólo hubo un gobernante que logró ponerlos a raya, fue el
presidente Guillermo León Valencia, en los años 1962 al 66.
Y aprendimos que los diálogos sirven entre gente culta pero no con
asesinos sin escrúpulos.
Leonor Uribe de Villegas
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