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Los colombianos, saturados de violencia e injusticia social, enfermos hasta
las náuseas con las noticias propias de cada día, aún
sentimos pena grande por los males que le suceden a los niños en
todos los puntos de este globo terráqueo.
Especialmente en varias repúblicas africanas. En un mapa que
tengo al frente, publicado por un diario de Bogotá, "El Espectador",
se señalan en el África a Sudán, Nigeria, Camerún,
Gabón, Costa de Marfil, Togo y Benin. En especial se comenta sobre
estas dos últimas repúblicas y su largo y aberrante tráfico
de niños, quienes son vendidos como esclavos a las otras naciones.
Van 250 niños a bordo de un buque nigeriano que vaga por el
Atlántico. Se revive la polémica sobre la esclavitud y el
mundo entero está pendiente del puerto a donde llegue tan triste
carga. La maligna tripulación vaga hace más de tres semanas
con su preciosa mercancía y no se atreve a llegar a ningún
puerto porque ya saben que allí los esperará la autoridad,
tras la denuncia de UNICEF.
Las edades de estos niños fluctúan entre los cinco y
los doce años. Si sus padres poco les daban de comer, les ponían
duros trabajos y fueron capaces de venderlos, quienes siguen los pasos
del malvado capitán y su tripulación temen que a estas horas
muchos de los menores hayan muerto ya de hambre, porque el barco, salido
del puerto de Cotonú, llevaba poca comida. ¡Es tan fácil
salir de ellos arrojándolos al mar!
UNICEF ha denunciado que en la actualidad hay, en países africanos
y asiáticos, más de 200.000 niños que son vendidos
como esclavos.
Aquí no están mucho mejor. En estos días leímos
sobre el tráfico de niñas adolescentes que se venden como
prostitutas para enviar a los países desarrollados. Abundan los
menores de edad que salen huyendo con sus padres por la violencia que azota
zonas campesinas y pueblitos. El analfabetismo crece junto con los que
desalojan de sus viviendas. Acá no tenemos la piel negra pero los
guerrilleros tienen sus almas más oscuras todavía.
Leonor Uribe de Villegas
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