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Abril 11 de 2.000
HAZNOS JUSTICIA, ¡OH DIOS!
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Clamamos como en el Salmo 42, todos aquellos que anhelamos vivir en paz.
Sólo El puede terminar esta guerra de 50 años, como para
gran vergüenza nuestra lo recordara el Papa Juan Pablo II el domingo
pasado, en la ceremonia de beatificación del primer beato Colombiano,
Mariano Eusse Hoyos (se dice que hay 6 más que fueron beatificados
por su martirio durante la guerra civil española)
En grandes sectores de la población no se anhela otra cosa.
Qué matanzas hemos observado en países africanos y asiáticos.
Colombia, que por muchas razones es un país privilegiado, es tan
sanguinario como la más salvaje tribu. Justicia y paz, respeto mutuo,
tolerancia, son los mayores dones que queremos recibir.
Como nos enseñó el Señor que debemos tener "hambre
y sed de justicia". La Iglesia nos insiste que debemos unirnos a este clamor
del mundo. Nuestro trabajo personal, profesional y social debe encaminarse
a conseguir que cesen las guerras, que las comunidades puedan vivir sin
temor, ni dolor.
El hombre, al negar a Dios, altera su propio equilibrio y el de sus
semejantes. Si empuño un arma, la más sofisticada posible
y disparo a ciegas sin importarme cuántos inocentes asesino, me
convierto en la más cruel de las fieras. Y si ando en grupos de
centenas que hacen lo mismo, sentiré el castigo divino temprano
o tarde.
¿Por qué el Señor les da tan larga vida, tantas
oportunidades para arrepentirse y no lo hacen? Si nos hacemos ese interrogante
es porque nuestra fe es débil y creemos en la Ley del Talión.
Al cristiano no le es lícito aceptar la filosofía marxista,
su materialismo ateo, su dialéctica de la violencia, ni la manera
como entienden ellos la libertad individual. Interés y poder es
lo que mueve a actuar a la guerrilla.
Y para finalizar una anécdota: Era yo directora nacional de
Bienestar Familiar cuando un grupo guerrillero se acogió a la amnistía
propuesta por el gobierno del Presidente Betancur, en 1.982. Le pregunté
al "médico" del grupo si conocía a "Tiro Fijo", el máximo
jefe de las FARC hoy. Me contó que en la selva se acostaba en una
hamaca a leer a Marx, pero él sabía que el guerrillero era
analfabeta. Sin embargo, he visto documentos de "paz" firmados por él:
Manuel Marulanda Vélez. ¿Lee o no? Engañar si sabe.
Leonor Uribe de Villegas
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