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Ahora
miro en la TV al fatigado Pontífice, Juan Pablo II y le agradezco,
desde el fondo de mi corazón, ese enorme esfuerzo que hace ante
el mundo entero, millones de personas (miles presentes en el Vaticano)
que escuchan en los 280 idiomas que habló esas "Felices Pascuas
de Resurrección" que nos deseó.
Este viejito polaco es el hombre más santo, con la fortaleza
espiritual más grande que Papa alguno hubiera tenido. Con artrosis
en su rodilla izquierda, con ese terrible mal de Parkinson que ya le hace
temblar ambas manos y le está dificultando el habla, no nos falló.
Dios lo bendiga y aumente su fortaleza física y espiritual.
Eduardo José Victoria, columnista del diario "El País"
de aquí de Cali, publica una bella página escrita en "Vanguardia
Liberal", de Bucaramanga, por el doctor Jaime Luis Gutiérrez en
donde propone mayor comprensión a los adultos mayores. Esos viejitos
como yo.
"El día en que esté viejo y ya no sea el mismo, ten paciencia,
compréndeme. Si cuando conversas conmigo, repito las mismas historias
que sabes cómo terminan, escúchame. Cuando eras pequeño
para que te durmieras, tuve que contarte miles de veces el mismo cuento
hasta que cerrabas los ojitos.
Cuando estemos reunidos y sin querer hago mis necesidades, no te avergüences,
no tengo la culpa, ya no puedo controlarlas. Piensa cuántas veces,
cuando niño, estuve a tu lado esperando a que terminaras lo que
estabas haciendo. No me reproches porque no quiero bañarme, no me
regañes". (Y aquí se me llenan los ojos de lágrimas
porque soy hermana gemela pero soy la regañona de las dos y ella,
físicamente parecida pero de diferente carácter, también
le ha cogido odio al baño. Prometo no volver a molestarla).
Así por este estilo es esa carta. Hermosa, tierna, llena de
incidentes que hemos vivido los viejos. En Colombia hay grandes escritores
desconocidos, como este doctor Gutiérrez.
Leonor Uribe de Villegas
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