Se dice que Jeremías pasó por persecuciones y dudas que
abatieron su ánimo y le hicieron exclamar: ahora soy la irrisión
y la burla de todo el mundo. Pues siempre que hablo tengo que gritar, tengo
que clamar: "Ruina y devastación"...
He oído calumnias de muchos: "Terror por doquier", "delatadle,
delatémosle". Todos mis amigos asechan mis traspiés. "Quizás
se deje seducir y podamos con él y nos vengaremos de él".
Pero Yahvé está conmigo como fuerte guerrero; por eso mis
perseguidores tropezarán y no triunfarán; serán enteramente
confundidos porque no prosperaron con perpetua ignominia que nunca se olvidará.
Mas, ¡Oh Yahvé de los ejércitos!, tu que pruebas al
justo y penetras los riñones y el corazón, que vea yo tu
venganza contra ellos, pues a ti te he encomendado mi causa. "Cantad a
Yahvé, alabad a Yahvé, pues libra el alma del pobre de la
mano de los malvados".
Pero no me refiero al Presidente cuando tengo que exclamar al observar la situación de Colombia ahora, que no se debe a él sino a los "narcoguerrilleros" de izquierda y de derecha: "Ruina y devastación... terror por doquier". No necesitamos de huracanes como el Floyd para comprender la huida, porque acá con los ataques cobardes de estos malvados, la población huye despavorida de campos y pueblos hacia las ciudades. Se forman verdaderos cinturones de miseria. Todos nos lamentamos a la manera de Jeremías, pero Yahvé no nos oye. No hay que perder la fe. Un milagro ocurrirá.