En otras palabras ser buen cristiano, buen profesional , buen ciudadano y mejor aún ser excelente miembro de familia.

   Nos enseña el Señor que el Reino de Dios "es semejante a la levadura que tomó una mujer y mezcló con tres medidas de harina hasta que fermentó todo". La levadura, pequeñita, hizo crecer la masa previo el proceso de leudarla y duplicar la harina .

   Este ejemplo nos debe servir todos los días de nuestras vidas, para ser siempre ese fermento que nos permita crecer y hacer crecer a quienes nos rodean. En un medio en donde las virtudes cristianas van marchitándose por el ejemplo general, en donde lo que se persigue  es hacerse rico, a como sea, y peor aún en donde miles de compatriotas secuestran, matan, roban a sus conciudadanos, ya por ideologías foráneas, o por no tener ninguna distinta a sentirse con la fuerza suficiente para destruirlo todo, es difícil ser levadura buena.

   El mal ejemplo contamina todo, no se es buen padre o madre, no se hace hasta lo imposible para evitar la desintegración familiar porque eso está pasando de moda. ¿ A quién le interesa servir a su país, a su comunidad, desinteresadamente?. Lo común hoy es observar la pugna por los puestos públicos y comprobar como se obtienen, no para servir sino para lucrarse personalmente.

   Todo esto va llevando a un relajamiento en las costumbres y al final se llega a la destrucción de la civilización. Pasó  históricamente y pasa ahora, en casi todos los países. Contribuyamos con lo que podemos decir, hacer, escribir, para que el Dios de bondad nos detenga a tiempo de caer en el precipicio.