...Se siente uno como perdido en un laberinto. Yo, católica por convicción y por ancestro, educada en un colegio de monjas franciscanas desde la infancia hasta la adolescencia, hace los años de "upa" (del 32 al 42) hay algo que amargó ese tiempo: temor al diablo.
Hoy el infierno está perdido y el cielo lo mismo, tal como lo concebíamos. No hay rojas figuras con cacho y cola . Nos negamos a creer que no haya ángeles. Nos ha dado ejemplo de apertura mental el Papa Juan Pablo II.
El 21 de Julio él dijo: "el cielo descrito con tantas imágenes en la Escritura no es ni una abstracción ni un lugar físico entre las nubes, sino una relación viva y personal con Dios."
Y una semana después, en otra audiencia, afirmó: "la imágenes utilizadas por la biblia para presentarnos simbólicamente el infierno deben ser rectamente interpretadas. Más que un lugar, el infierno es la situación de quien se aparta de modo libre y definitivo de Dios, fuente de vida y alegría ".
Un sacerdote joven con quien conversé sobre lo anterior me dijo: "Al fin se liberalizó el Papa ". Claro que cielo e infierno son actitudes mentales, Se siente el cielo cuando no hay nada que pese sobre la conciencia y el infierno es lo contrario. Obviamente mi amigo y ex-condiscípulo de derecho, cree en el alma , pero poco en la resurrección de la carne, dogma de fe que aprendemos con el Credo.
Este dogma si lo respeta otro sacerdote, quien además de derecho estudió periodismo y arte en Roma. Polifacético el padre. Mi interrogante fue" ¿Si una persona nació deforme o murió así resucita con su cuerpo y cara atroces ?.
Me aclaró: esas cosas le sucedieron cuando estaba en este mundo; por el pecado original, muchos pagaron esa pena. Pero después de la resurrección un alma pura se une a un cuerpo puro. Ese es el cielo. Y el infierno lo sentirán quienes no dejaron su mala vida.