Llegar a Bahía Creek era solo la mitad del viaje que veníamos pergeñando con Juan Carlos. La idea era recorrer la ruta 1 de la provincia de Río Negro desde Viedma su capital, hasta el puerto de San Antonio Este. Sin embargo la realidad de un país tan poco previsible nos permitió llegar solo hasta la mitad del trayecto, lugar donde se encuentra esta asombrosa bahía.

En rojo camino asfaltado, gris de tierra o ripio, amarillo camino de tierra recorrido.

Salimos de Viedma a las siete y media de una mañana luminosa. A eso de las ocho tras cruzar por un camino asfaltado, por debajo de la vía que construyera el ferrocarril del Estado y a partir de allí un paisaje de quintas, depósitos y fábricas en los primeros kilómetros, llegamos a eso de las ocho al balneario El Cóndor. Entramos y salimos. No vimos a nadie. Sin duda, como en todo pueblo turístico de verano, en esta localidad fuera de temporada reina la soledad.

Mas adelante, ahora siguiendo la costa marítima encontramos el faro que identifica a la distancia la desembocadura del río Negro y junto a él, un avión de combate en actitud de despegue que recuerda a los caídos en Malvinas. El conjunto con un mar increíblemente azul de fondo, resulta acertadamente conmovedor.

Construido en 1887 y ubicado a seis kmts. de la desembocadura del Río Negro.

Mirage veterano de Malvinas que voló por última vez en 2015 y hoy se encuentra junto al Faro Río Negro.

La ruta sigue junto a la costa y el paisaje es a la derecha de campo normal, con pocos árboles y tierra arenosa y a la izquierda, pinceladas de un mar patagónico que se estrella contra los acantilados,  A sesenta kilómetros de Viedma y a 30 del Faro Río Negro, llegamos a una pequeña localidad llamada Punta Bermeja donde existe una reserva de la fauna  conocida como La Lobería. Entre seis y ocho mil ejemplares de lobos marinos de un pelo se concentran en el lugar en cualquier época del año, es un espectáculo digno de verse. Un párrafo aparte merece la cordialidad y diligencia de quienes nos reciben en el allí.

El mar y la costa llegando a Punta Bermeja.

 arriba: museo y centro de interpretación de la reserva, a la derecha puesto policial de Punta Bermeja, donde termina el asfalto.

Lobos marinos de la reserva, se calculan ocho mil en verano y seis mil en invierno.

 Hay un puesto policial donde un atento oficial nos explica que el camino está cortado mas allá de Bahía Creek por un médano vivo que ha tapado la traza, nos dice que tal vez se pueda pasar por la playa si se tiene un vehículo 4x4 y conocimiento de la zona como para bajar a la playa y volver a subir mas allá del médano intruso, dos cosas con las que nosotros no contábamos, y agregó como para desalentarnos de cualquier aventura irresponsable, no hay señal de teléfono, circula muy poca gente y a la noche baja mucho la temperatura. Decidimos darle bola.

Solitarios pescadores en la playa interminable.

Aquí se acabó el asfalto y comienza un camino como para tenerle respeto que en general se aleja un poco de la costa y cada tanto vuelve hacia ella a mostrarnos el mar y las playas como para hacernos olvidar del serrucho y los bancos de arena que hay que padecer. Bahía Rosas y Bajada de Echandi son lugares  para acceder a la playa, hay un emprendimiento inmobiliario llamado Faro Belén, donde se supone que hay un faro en la costa pero tapado por los médanos para quien como nosotros lo busca desde el camino. Lo que si se ve en la zona son un par de estructuras de hierro que parecen haber contenido balizas que nadie sabe que hacen allí y quien las colocó. Sin duda un detalle que alimenta los misterios de una costa con mas leyenda que historia y en la que se cuenta incluso la llegada de submarinos alemanes al fin de la segunda guerra.

Bahía Rosas desde uno de los miradores que se instalaron a lo largo del camino.
La arena sobre el ripio es un constante peligro Una de las balizas que se observa desde el camino.

Finalmente a eso de las diez de la mañana arribamos a Bahía Creek, estábamos a ciento veintinueve kilómetros de Viedma viajando por la costa, aunque si acortamos camino por la estepa transitando la ruta 51 ahorramos treinta y cinco kilómetros,  nos dijeron que es un camino sin señal telefónica, de escaso mantenimiento y tránsito aún mas escaso,  nosotros decidimos volver por donde vinimos, por aquello de mas vale malo conocido….

 

En este lugar hay un caserío de viviendas de fin de semana mas bien modestas, apretadas entre el camino y el acantilado, del otro lado del camino, los médanos vivos que ya taparon algunas casas amenazan seriamente a la población que en verano son unas doscientas personas y el resto del año llegan a cuatro. Hay un pequeño almacén y casi todas las casas tienen paneles solares pero no hay electricidad no hay señal telefónica ni combustible ni agua potable, lo que hay allí de sobra,  mirando el mar, es un paisaje inolvidable.

 

Hasta aquí llegamos, la segunda parte del viaje desde la Caleta de los Loros a San Antonio Este quedará para mas adelante.