En
1948 sobrevino la nacionalización de los ferrocarriles británicos
en La Argentina encontrando a Plaza Constitución abarrotada de
pasajeros y trenes pero cumpliendo dignamente su condición de
estación terminal de un ferrocarril del calibre del Roca.
Solamente
empezó a quedar chica para albergar al creciente número de
funcionarios y empleados de una nueva y burocrática administración
surgida de su condición de empresa estatal, por ello en los años
50 se construyó un edificio anexo de nueve pisos, sobre la calle
Paracas, que obligó a eliminar la vía de la plataforma 1.
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En los
últimos años del Sud a la hora pico, nueve coches
ya
eran escasos para tantos pasajeros. |
Durante
1983 comenzaron las obras de la electrificación de la vía
Temperley que en Plaza Constitución consistió en adaptar las
plataformas 2 a 6 a los nuevos trenes, elevando los andenes en forma
bastante precaria y cortando por la mitad el puente peatonal para
permitir el paso de la catenaria, sumado a la renovación de la
mitad de las vías y un nuevo sistema de control de trenes comandado
desde el edificio de la calle Paracas al que se le eliminaron
varios pisos por estar comprometida la solidez de su estructura.
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Una GM
GR12 prestada del Sarmiento, el palomar y
el edificio de la
calle Paracas. |
En
1991 se crea FEMESA (Ferrocarriles Metropolitanos Sociedad Anónima)
con el objeto de separar de la red ferroviaria, los activos que serán
dados en concesión a los nuevos operadores de servicios locales en
el Gran Buenos Aires, la estación cae dentro de su órbita y
comienza una etapa de degradación del edificio debido a la falta
total de mantenimiento y al concesionamiento indiscriminado de
espacios para la explotación de todo tipo de puestos de venta,
instalados la mayoría de ellos, sin las menores normas de seguridad
y estética.
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GE U13C
entrando con una formación de coches de madera. |
Choripanes
al paso, locales de venta de bebidas alcohólicas, expendios de
sandwiches de milanesa y venta de chucherías invaden el hall y
luego los accesos y veredas mas transitadas, convirtiendo la estación
en un campo de obstáculos para llegar al tren. Los andenes son
territorio de vendedores ambulantes y las vías un inmenso basural
donde las ratas engordadas con las sobras, se comen a veces, hasta
los cables del sistema de señalamiento.
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Pilotas
a vapor y coches de madera conviven con locomotoras
U13 y
coches Materfer a fines de los 60. |
En
el lugar donde estuvo la plataforma 1 y contra la pared de la calle
Lima florecen construcciones al mejor estilo “villa
miseria”, que alberga en condiciones de dudosa higiene, la
mercadería que se venderá en andenes y trenes estacionados y por
la vía un silencioso ejército de cirujas juntan las latitas de
gaseosas consumidas mientras se espera la partida del tren.
En
el 93 la Unidad Ejecutora del Programa Ferroviario Provincial, a
cargo de los servicios de trenes generales a la costa y Transportes
Metropolitanos General Roca (TMR) concesionario de los servicios
locales, se disputan espacios dentro de la estación, cada uno pinta
su parte del hall y plataformas de un color diferente, aparecen
rejas que delimitan espacios y se levantan paredes sin revoque para
cerrar accesos comunes.
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Clase 8A
sacando a playa una formación de coches Materfer. |
En
el 99 una licitación pública del Estado para la remodelación y
administración de la estación, es ganada por Metropolitano S.A.
(nuevo nombre del concesionario de los servicios locales) quien a
principios del 2001 anuncia que a través de DECSA, empresa
constructora del grupo empresario, se harán las obras para
convertir la estación en un gran shopping, preservando (en lo
posible) los estilos arquitectónicos existentes y “poniendo en
valor” sus fachadas y ambientes interiores destacando su condición
de monumento histórico. En diciembre de 2001 cuando la obra debía
estar terminada hay en el hall central una importante muchedumbre
que no está allí precisamente para admirar la nueva estación, son
los obreros de DECSA que protestan por la falta de pago de sus
haberes y el despido de la mayoría de ellos ya que las obras se han
paralizado y Plaza Constitución luce como un edificio bombardeado.
Hoy
las obras continúan a paso lento, las urgencias restan medios al
concesionario para ocuparse de lo importante, quizás en un tiempo
no muy lejano, los trabajos se terminen y Plaza Constitución haya
recobrado aunque mas no sea un poco de la imagen que fue orgullo de
ferroviarios y pasajeros que transitan por ella, pero la vieja
estación ya no será mas como antes por que el ferrocarril que la
albergó ya no volverá a ser lo que fue.
Marcelo
Arcas
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Desde el
puente carretero, la Plaza Constitución que yo recuerdo. |
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