DON TORIBIO MAYA
Viernes 17 de agosto, 2001
De: Mario Pachajoa Burbano

Amigos payaneses:

El 16 de agosto de 1930, fallecía en Popayán Don Toribio Maya. Con ese motivo Jesús Astaíza Mosquera escribió para El Liberal el siguiente artículo::

""" ... Don Toribio: el apóstol
Por Jesús Astaíza Mosquera
Para El Liberal. Agosto 16, 2001

El transcurrir de su vida fué guiado por amorosos empeños que lo alentaban siempre en todos los rincones donde se padecían necesidades y que él surtía con mensajes de caridad. Su presencia era bendición donde fuera que fuese: de la Pamba a El Empedrado, del Callejón a Pubús, del hospital al cementerio e incluso a Agua de Dios, la ciudad de los leprosos.

Era ese Popayán de veranos picantes y días invernales eternos, cuando la lluvia era más lluvia y el trueno "más sonoro". Apenas cubierto con su saco negro y sus barbas grises que el agua perfilaba inclemente, llevaba siempre el alimento, las cobijas, el vestido o el remedio con que calmaba las necesidades de sus hermanos. Del Popayán caritativo todo lo recibía con paciencia franciscana y lo retornaba de igual forma sin dejar nada para sí.

Sembraba con lágrimas cuando era puesta en duda su misericordia para luego cosechar calladamente con alegría. Su figura mediana y frágil expresaba la bondad de Dios y la resistencia del roble secular para abrigar a cuantos se acercaban a guarecerse en su ramaje filial. Despertaba una confianza entrañable entre los humildes y un sano respeto entre los pudientes.

Vivía en franca disposición para servir, remediar las angustias del enfermo, del moribundo, del necesitado de cuerpo y alma, y a todos atendía compasivo y misericordioso con la textura con que la madre se ofrece a sus hijos.

Llevaba siempre a los humildes esperanza y amor, para que ellos al menos comprendieran que es mejor vivir con esperanzas que vivir sin ella. Como la voluntad de Dios se había realizado en él, así veía en los demás la presencia celestial y por eso los trataba con fraternidad convencido de la igualdad entre los hombres.

No se negó a servir. Una oración en la cabecera de un moribundo, un rosario en un velorio proletario, una palabra cariñosa al amargado, el alimento al desvalido, un saludo cariñoso al triste y una mirada cálida al indiferente.

Qué no decir de los leprosos. Los llevaba a cuestas como el Cirineo La Cruz. Limpiaba las úlceras malignas con la suavidad con que la abeja limpia de mieles el rosal y entonaba con ellos la canción de la hermandad.

Como en los tiempos bíblicos cuando Jesús sanaba los enfermos cuántos no recibieron de sus manos piadosas el remedio oportuno. Los brazos quebrados de la abuela cubiertos con plantas medicinales que sólo Dios sabe cuáles eran, fueron entablillados y prodigiosamente con el tiempo recobraban la vitalidad y movimiento.

Este modesto personaje era Toribio Maya, nacido en Popayán el 27 de abril de 1848 y fallecido el 16 de agosto de 1930, de especiales calidades espirituales y humanas y que fué acompañado el día de su entierro en el cementerio católico por millares de personas y un trío de garzas que aletearon sobre el féretro y se marcharon presurosas camino al cielo. ... """

Cordial saludo,

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