EL
VIAJE INFORMATICO Y EL CONTACTO ENTRE CIVILIZACIONES. UNA HIPÓTESIS.
(I)
Eduardo del Pozo García
Los
astrónomos podemos ubicar
muy bien los pies en la Tierra
porque sabemos donde está el cielo y
que hay en él.
El
hombre surge como parte del ambiente natural de la Tierra. Aprendió
desde épocas primitivas a ampliar la utilización
de la naturaleza para satisfacer sus necesidades que aumentaban
con el desarrollo de su mentalidad y su sociedad. Aprendió
a domesticar animales para emplearlos como medio de transporte,
aprovechar las corrientes de ríos y mares, así como
la presión del viento, para mover sus embarcaciones.
Con
el desarrollo de la técnica aparecieron todos los medios
de transporte actualmente conocidos, con la misma concepción
que en tiempos ancestrales: el medio de transporte con sus tripulantes
abordo.
Al
iniciarse la era cósmica surgió algo nuevo, se introdujeron
en la actividad humana las naves automáticas controladas
a distancia, dejó de ser imprescindible la presencia humana
para realizar investigaciones cósmicas. Evadiendo así
el peligro de accidentes, todas las complicaciones de suministros
y de subsis-tencia requeridos para llevar una tripulación
abordo, incluso dejó de ser imprescindible el retorno a la
Tierra.
Es
decir, no es necesario viajar personalmente en nuestro "caballo
cósmico" para realizar misiones fuera de la Tierra.
No obstante, el comienzo de la era espacial y el logro del vuelo
espacial tripulado nos ha llenado de entusiasmo, ha incrementado
nuestro interés por el conocimiento y la conquista de todo
el Sistema Solar.
Sin
embargo, cuando del viaje a otras estrellas se trata, las dificultades
y limitaciones son mucho mayores, incluyendo lo prolongado de estos
viajes a grandes velocidades, y el efecto relativista de "los
gemelos" cuando se viaja a velocidades relativisstas, el cual
provoca la pérdida del ambiente social del viajero desde
su primer viaje. Por lo que la viabilidad práctica del viaje
material se ve notablemente restringida.
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