TEODOR
HERZL
(Del libro El Estado Judío)
No hablaremos ya de las causas sentimentales, prejuicios arraigados y estupideces, sino de las causas políticas y económicas. No hay que confundir el antisemitismo de hoy con el odio religioso que se tenía a los judíos en tiempos pasados, aunque el odio a los judíos tenga aún hoy en ciertos países un tinte religioso. Es muy distinta la tendencia principal del movimiento antisemita moderno. En los países donde reina el antisemitismo, éste es consecuencia de la emancipación de los judíos. Cuando los pueblos civilizados se dieron cuenta de ir inhumano de las leyes de excepción, nos pusieron en libertad; pero la liberación vino tarde. Ya no era posible emanciparnos legalmente en donde habíamos residido hasta entonces. En el ghetto, cosa extraña, habíamos llegado a ser un pueblo formado por individuos de la clase media, y salimos de aquél. obligados a hacer una terrible competencia a la clase media. De suerte que, poco después de la emancipación, nos encontramos de repente en el circulo de la burguesía, teniendo que soportar una doble presión, interna y externa. La burguesía cristiana no pondría, ciertamente, reparos en inmolarnos en aras del socialismo; pero esto tampoco remediaría la situación.
Sin embargo, ya no se
puede anular la igualdad de los judíos ante la ley donde ésta existe. No solamente
porque ello seria contrario a la conciencia moderna, sino también porque
empujaría a todos los judíos, ricos y pobres, hacia los partidos subversivos.
En realidad, todos los medios empleados contra nosotros son ineficaces. En
épocas pasadas, se les quitaban a los judíos sus joyas. ¿Cómo se incautarían
hoy día de los bienes muebles? Estos se hallan depositados, en forma de
papeles impresos, en alguna parte del mundo, tal vez en poder de los
cristianos. Cierto que se pueden gravar con impuestos las acciones y
obligaciones de ferrocarriles, bancos y empresas industriales de toda clase, y
donde se cobran impuestos progresivos sobre la renta es posible echar mano de
todo el conjunto de bienes muebles. Pero todas estas tentativas no pueden ser
dirigidas exclusivamente contra los judíos, y donde, a pesar de ello, se llega
a adoptar tales medidas, surgen inmediatamente graves crisis económicas, de
cuyos efectos no se resienten, en ningún caso, solamente los judíos, si bien
éstos son los primeros en ser perjudicados. Debido a esta imposibilidad de
emprender acción decisiva contra los judíos, va aumentando y cebándose el
odio. En las poblaciones aumenta el antisemitismo de día en día, de hora en
hora, y tiene que seguir aumentando porque las causas siguen existiendo y no
pueden ser eliminadas. La causa remota es la pérdida, sufrida en la Edad
Media, de nuestra capacidad de asimilación: la causa próxima es la
superproducción de intelectuales medios, que no encuentran salida abajo y tampoco
pueden elevarse sobre su nivel, es decir, que no hay salida ni ascenso
normales. Los componentes de nuestras capas inferiores se vuelven proletarios,
se afilian a los partidos subversivos y llegan a ser los funcionarios
subalternos de éstos, mientras que aumenta el tremendo poder del dinero en nuestras capas
superiores.