Alexander Falconbridge

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"SON USADAS VARIADAS ARTIMAÑAS EN LA VENTA DE ESCLAVOS ENFERMOS"

Alexander Falconbridge describe aquí  los brutales sistemas de venta y  la reacción de los esclavizados.

Cuando los barcos llegan a las Indias Occidentales (el principal emporio para este tráfico inhumano), los esclavos son vendidos como observé antes mediante distintos métodos. Algunas veces el modo de venta es mediante lo que se denomina una rebatiña, y prontamente es fijado un día para este propósito. Previamente los esclavos enfermos o inservibles, de los que frecuentemente hay muchos, son usualmente llevados a tierra y vendidos en una taberna, en subasta pública. Estos en general son comercializados... sobre especulación, a un precio tan bajo como cinco o seis dólares por cabeza. Fui informado por una mulata que ella compró un esclavo enfermo en Grenada, sobre especulación, por la pequeña suma de un dólar, ya que el pobre infeliz estaba aparentemente muriendo de flujo. Frecuentemente ocurre que ninguno de quienes son llevados a subasta en el estado de extenuación al que generalmente son reducidos por el desorden del viaje sobrevive mucho luego de su desembarco. Una vez vi a dieciséis desembarcados y vendidos de la manera descrita, la totalidad de los cuales murió antes de que yo dejara la isla. A veces los capitanes hacen marchar a sus esclavos a través del pueblo en el que intentan venderlos, y luego los emplazan en hileras para que sean examinados y comprados.

Habiendo sido observada por mí más frecuentemente la forma de venderlos por rebatiña, seré más particular en describirla. Hace algunos años, estando en una de las islas de las Indias Occidentales, fui testigo de una venta por rebatiña, donde unos 250 negros fueron vendidos. En esta ocasión todos los negros fueron vendidos a igual precio; lo que se logra sobre la base de un acuerdo entre los capitanes y los compradores antes de que comience la venta. En un día señalado, los negros son desembarcados y puestos juntos en un gran cercado perteneciente a los mercaderes a los cuales el barco estaba consignado. Tan pronto como llega la hora acordada, las puertas del cercado son abiertas súbitamente y se abalanzan hacia dentro un considerable número de compradores, con toda la ferocidad de los brutos. Algunos instantáneamente toman tantos de los negros como pueden convenientemente quedar en sus manos. Otros están preparados con varios pañuelos atados juntos, con los que enlazan a cuantos pueden. Mientras que otros, por medio de una soga, logran el mismo propósito. Es difícil describir la confusión que produce este modo de venta. Asimismo causa mucha animosidad entre los compradores quienes no infrecuentemente entran en querella uno con otro. Los pobres negros atónitos están tan aterrorizados por estos procedimientos, que muchos de ellos, por el miedo trepan sobre los muros del patio y corren salvajemente por el pueblo, pero pronto son cazados y reconducidos...

Son usados variadas artimañas en la venta de esclavos enfermos y muchas de éstas deberían excitar en toda mente humana las más vívidas sensaciones de horror. He sido bien informado de que un capitán de Liverpool se jactaba de haber estafado a algunos judíos mediante la siguiente estratagema. Un lote de esclavos afectados con flujo, estando por ser desembarcados para la venta, él ordenó a los cirujanos del barco que taparan con estopa los anos de cada uno. Así preparados fueron desembarcados y llevados al lugar acostumbrado para la venta, donde, siendo incapaces de estar parados sino por muy poco tiempo, se les permitía usualmente sentarse. Los compradores, cuando los examinaron, los obligaron a pararse para ver si había alguna descarga; y cuando no percibieron su aparición lo consideraron un síntoma de restablecimiento. En la instancia presente, siendo prevenida tal aparición, el negocio fue sellado y consecuentemente los esclavos fueron vendidos. Pero no pasó mucho tiempo antes que se descubriera todo. El violento dolor que ocasionó la prevención de una descarga de una naturaleza tan corrosiva, no fue posible de sobrellevar por los pobres infelices, la obstrucción temporaria fue removida y los compradores engañados fueron convencidos rápidamente del fraude.

Fuente: Alexander Falconbridge, An Account of the Slave Trade on the Coast of Africa (London, 1788). Traducción: Luis César Bou

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