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CONFUCIANISMO Y MODENIZACION EN ASIA ORIENTAL

Por  Gisela Chico

Observatorio de Conflictos, Argentina

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Actualmente países asiáticos, otrora considerados atrasados por los europeos, pasan por un resurgimiento económico: Japón, Corea del Sur, Hong Kong, Taiwán, Singapur (los famosos tigres asiáticos) y China (país comunista, bastión del socialismo). La región asiática no sólo completó su proceso de industrialización en uno de los tiempos más breves de la historia, proceso que tomó siglos en Europa, internalizó su economía, diversificó sus exportaciones de manufacturas a capitales, servicios y, aún, tecnología, sino que, además, está exportando una serie de estrategias organizacionales relativas a los procesos de trabajo y producción. El fenómeno económico sufrido por estos países ha sorprendido al mundo, sobre todo a los estudiosos que intentan explicar el éxito.

Oriente era caracterizado como una zona aferrada a sus costumbres, reacia al cambio, a la ruptura de las tradiciones. Según estudiosos occidentales, fue esta naturaleza conservadora de Oriente la que frenó la adaptación a una economía capitalista, como sucedió en Occidente. Max Weber en su “Ética Protestante y Espíritu del Capitalismo” hace un análisis del surgimiento del capitalismo y el caso de China, y el por qué no se produjo el desarrollo capitalista allí. Botton Beja explica: "la estructura socioeconómica de China, que se caracterizaba por un sistema monetario complicado, la falta de autonomía de las ciudades, la permanencia del sistema de guildas y una burocracia asfixiante, fueron un impedimento para el desarrollo de una economía moderna. Además, la presencia de los valores confucianos que enfatizan las relaciones intrafamiliares y le dan más importancia a la cultura que a la actividad comercial no alentaron a la empresa privada. Como la cultura China tuvo una enorme influencia en todos los países que la rodeaban, y el confucianismo fue adoptado en Japón, Corea y Vietnam y llevado a casi todo el Sudeste Asiático por las grandes migraciones de chinos, el atraso de toda la región podía achacarse al confucianismo" (Botton Beja, 1997:119).

Pero, en la actualidad, como consecuencia del inesperado desarrollo económico, la posición de los estudiosos ha cambiado. El confucianismo forma parte de las condiciones que explican, actualmente, el éxito del modelo asiático. Sin embargo, no hay una homogeneidad para evaluar la incidencia de esta filosofía en el fenómeno económico. Los seguidores de Weber quieren encontrar un paralelismo entre la ética confuciana y el desarrollo del capitalismo en Asia Oriental, por lo que resaltan dicho factor en la explicación del éxito económico. Es decir que buscan la explicación del éxito en lo que antes parecía ser la razón de su atraso: los compartidos valores confucianos. Por otra parte, los escépticos cuestionan el por qué China tuvo un éxito económico tardío en comparación con Japón, Corea del Sur, Malasia y Tailandia, siendo la tierra original del confucianismo, mientras que estos se han convertido en centros industriales y económicos de importancia, sin ser grandes reservorios de la tradición confuciana. Por último, hay quienes niegan alguna aportación del confucianismo, en tanto ideología conservadora antítesis de la modernización económica capitalista.

Hacia el siglo VI aC, en China, fue formulado el confucianismo como una enseñanza filosófica basada en un sistema moral. En el siglo II aC fue declarado "Culto del Estado", por lo que fue establecido como la base ideológica del sistema político y social en China. Ideología que prevalece en China y que influyó sobre los países vecinos: "las enseñanzas de Confucio se propagaron luego con la influencia política y cultural del imperio chino, impregnando civilizaciones de todo el Asia oriental con el espíritu de respeto por la cultura, la educación y el conocimiento" (Cleary, 1996: 18).

  El término Confucianismo fue usado, por primera vez, por misioneros jesuitas en el siglo XVI, y sirve desde entonces para designar el pensamiento de Confucio. Éste no se consideraba a sí mismo autor de lo que enseñaba, sino también heredero y transmisor de antiguos conocimientos, plasmados en el transcurso de muchos siglos. Las enseñanzas confucianas contienen mucho más una ética y un humanismo que una religión propiamente dicha. "Confucio se dedicó a la revitalización de la cultura como medio para cultivar sentimientos humanos y mantener la integridad y el bienestar de un pueblo. Aspiraba a un orden social guiado por sensibilidades razonables, humanas y justas,  no por las pasiones de individuos arbitrariamente encumbrados por normas hereditarias, y previno acerca de las consecuencias sociales que sobrevendrían si los hombres en posiciones de poder privilegiaban las ventajas y ganancias personales sobre la justicia y el bienestar público. Confucio creía en la regeneración de las conciencias públicas y privadas mediante la educación y la influencia de ideales culturales unificados" (Cleary, 1996: 9). Aunque dentro del confucianismo se puede considera que existe cierto tipo de religiosidad (el cielo como observador omnipresente, omnipotente y juez de la conducta humana) no se lo considera una religión, como consecuencia, a lo largo de la historia, convivió con religiones como el budismo, el taoísmo, el cristianismo, etc.

A Confucio se le atribuyen las Analecta, una guía de instrucción moral que insiste en el gobierno de la sociedad a través de un sistema cuidadosamente definido de relaciones sociales y familiares.

Las doctrinas de Confucio contribuyeron a mantener vivos los cultos de veneración de los antepasados, y el llamado culto del cielo, referido a los emperadores. Pero la obra no se limita a idealizar el pasado, se apoya en la naturaleza moral del hombre, que trata de desarrollar  con una atención especial a las relaciones humanas. El espíritu de estas enseñanzas contempla un orden sagrado que gobierna tanto la vida de la sociedad como la vida de la naturaleza.

El confucianismo postula que el perfeccionamiento de la vida viene con el pleno desarrollo del hombre, que se logra por medio de la educación. Confucio centró su interés en el hombre (el hombre es la medida de todas las cosas), fue, por lo tanto, un humanista (el culto personal y responsabilidad social) y su pensamiento  se expresó en el racionalismo.

Cada hombre ha de cumplir honestamente su obligación en el estado y situación de vida al que ha sido llamado por el cielo. El hombre noble lo es por sus virtudes y no por su nacimiento, lo que implica un esfuerzo diario para lograrlas. De acá se desprende que el arquetipo del gobernante sea "el sabio en lo interior y el rey en lo exterior". El rey sabio debe construir un estado sobre una sólida base económica. El bienestar del pueblo es uno de los conceptos que se subrayan en la tradición confuciana. Lo contrario es desviarse del justo medio. Confucio establece que el fin del gobierno debe ser educar, darle bienestar al pueblo y seguridad al estado. Los extremos, tanto en la toma de decisiones como en las expresiones, son apreciados como contrarios a la conducta del Hombre Noble. Confucio proponía examinar el pasado, las épocas de oro en las cuales había prevalecido la virtud del gobernante; los soberanos de ésta época (Yao, Shun, Wen, Wu, etc.) eran ejemplos que había que seguir, pues habían reinado en la paz y la prosperidad mereciendo el amor y el respeto de su pueblo. "El gobierno por la virtud es suficiente garantía para que los súbditos obedezcan" (Botton Beja, 1997: 122). Confucio  insistió mucho en el gobierno por la virtud y en la voluntad del Cielo, lo que implicaba una relación con la doctrina política del Mandato del Cielo -se gobernaba por investidura del Cielo para perpetuar la armonía cósmica tanto en la naturaleza como en el mundo humano, cuando aparecían signos de desastres sociales y físicos era señal de que la dinastía estaba en peligro y que el Mandato del Cielo había sido retirado.

Diligencia, comprensión, veracidad, cuidado y generosidad eran los valores superiores del sistema educativo. La moral confuciana, adquirida así, es parte de la conducta individual del hombre y se amplía hasta lograr la armonía con toda la sociedad. El individuo dentro de este contexto está visto, no como un individuo aislado, sino como dentro de una dimensión social, por lo que la moral mantiene el mismo criterio. La exaltación de la piedad filial, como la gran virtud enseñada por Confucio, ha suministrado una base firme para la autoridad paterna en el orden social confuciano. "En la concepción de Confucio, las cualidades del individuo ejemplar han de ser halladas en toda persona humana y no sólo, y por cierto no necesariamente, en aristócratas hereditarios. El potencial para este desarrollo no había de ser considerado un privilegio heredado por ciertas familias, sino un atributo humano de origen a la vez natural y divino, que debía sostenerse socialmente sobre una base igualitaria. Confucio dijo: `Allí donde hay educación, no existen clases´ " (Cleary, 1996:10).

La sociedad según la visión confuciana debía estar formada por lo que se denominan las cinco relaciones: soberano-súbdito, padres-hijos, hermano mayor-hermano menor, esposo-esposa y amigo-amigo. De esta manera la sociedad se basaba en un criterio jerárquico (pero también, relación de deberes y responsabilidades de unos hacia otros), exceptuando la última que es una relación entre pares. Las relaciones familiares muestran el papel esencial de la familia dentro de la ideología confuciana. Estas relaciones  eran desiguales y jerárquicas, basadas en generación, edad y sexo. Al establecer jerarquías, la familia se establecía como una unidad básica,  reflejada luego en la organización estatal y constituyendo una gran  fuerza ordenadora de la sociedad. De la manera en que se obedece al padre se debe obedecer también al soberano o magistrado, figuras paternas para el pueblo.

Fueron, por lo tanto, el sistema patriarcal (piedad filial como virtud máxima), el sistema político, que exigía una incondicional lealtad, y una clase burocrática de letrados educados en la tradición confuciana (transmisores y guardianes de las enseñanzas del maestro), las que permitieron y garantizaron la continuidad de la doctrina confuciana.

Los países vecinos de China que recibieron el mayor impacto cultural fueron Corea, Japón y Vietnam. Estos países adaptaron el sistema chino de escritura y con é su tradición cultural, aceptando así sus ideas y valores, sobre todo, los aspectos sociales y políticos.

Hacia fines del siglo XIX y principios del XX, los pensadores chinos, frente  al asedio y peligro de presiones externas, comenzaron a considerar al confucianismo como un impedimento hacia la modernización del país. Se cuestionaba un confucianismo diferente al original que, a través de los siglos, hizo a las ideas  más rígidas y las prácticas menos espontáneas y sinceras. "El sistema educativo de China reposaba exclusivamente sobre el estudio acrítico de los clásicos confucianos y los aspirantes a puestos públicos debían pasar toda una vida en un estudio estéril... Además, años de estudio memorizado dejaban poco margen para la creatividad. La igualdad entre los hombres también se volvió una mera ilusión" (Botton Beja, 1997:130). Además, la estricta lealtad hacia la familia limitaba los intereses ese ámbito, e impedía el desarrollo del sentimiento nacionalista.  Con el advenimiento de la República de China, en 1911, el confucianismo fue perdiendo su importancia. A "la desintegración gradual del sistema familiar tradicional, el surgimiento del individualismo, la emancipación de la mujer y la creación de nuevas ocupaciones y profesiones... fueron golpes para el confucianismo. Al mismo tiempo jóvenes intelectuales educados en Occidente iniciaron campañas para acabar con el confucianismo" (Botton Beja, 1997:132). Pero en los últimos años se dio un resurgimiento del confucianismo, los templos se restauraron y se volvieron a estudiar los clásicos.

A diferencia de China, en Japón y Corea nunca se atacó tan fuertemente al confucianismo. Estos países, al ser altamente estratificados, utilizaron al confucianismo como un  medio de control social y político, pero no permitieron que se transformara en un impedimento para absorber nuevas ideas, sobre todo las occidentales, que ayudaron a una modernización más rápida que la china.

A partir de la Segunda Guerra Mundial se produjeron muchos cambios sociales, la herencia nacional, la identidad y las tradiciones culturales se han transformado. A esto se le sumó la llegada de la civilización occidental. Se rechazó la invasión durante tres siglos. Pero Japón inició su apertura en 1868 adoptando tecnologías e instituciones occidentales. Corea fue más reacia debido a su rígida política de aislamiento; su occidentalización, por lo tanto, fue consecuencia de los invasores japoneses "occidentalizados" mediante la instalación de la Colonia Japonesa en Corea (1910-1945). La tradición confuciana perdió su puesto como ideología del estado y quedó confinada a los ritos y ética familiar. Desde la liberación del dominio japonés, la corriente política dominante ha sido la de una negación del pasado heredado. Sin embargo, la gente ha continuado utilizando las tradiciones como, por ejemplo, los matrimonios arreglados y la piedad filial. "Los valores y la moralidad confucianas, como tales, se oponen al desarrollo y las reformas modernas, pero dichos valores y actitudes han contribuido de una manera no intencionada a consolidar los esfuerzos nacionales a favor del desarrollo... Desde el inicio de la segunda mitad del siglo veinte, la política estatal se ha dedicado al problema de la construcción nacional, lo que provocó un cambio en el diálogo sobre el pasado confuciano. Sin embargo, los políticos siguieron recurriendo a la lealtad que el confucianismo promueve para reforzar la identificación de la gente con el Estado y convertir dicho valor en patriotismo" (Alejandra León, artículo de Internet). Luego de la crisis que tuvo Corea del Sur en 1997, el éxito económico fue explicado por ciertos economistas por medio de características esenciales, como son la educación de alto nivel y la facilidad para el entrenamiento de la fuerza de trabajo. A esto se le suma los valores de lealtad familiar, la confianza y la obediencia a la autoridad dentro de la empresa, en lo que es el ámbito laboral.

Japón, como Corea, recibió también, ciencia, ingeniería, tecnología, instituciones y prácticas administrativas de los Estados Unidos; junto a éstas, prevaleció, igualmente, una serie de practicas y usos tradicionales, propios del desarrollo histórico y cultural del Japón, que han singularizado las formas de empleo, la determinación de salarios, la organización sindical y la relación entre el trabajador y la empresa. Las condiciones que permitieron la rápida industrialización del Japón fueron: un alto nivel de pluralismo estructural, la multiplicidad de centros de poder económico, la eliminación de sistemas ecológicos segregados, una amplia comercialización, el proceso de apertura de la estructura familiar, los altos niveles de alfabetización y de urbanización, y la amplia integración económica. Una condición importante, además, fue la japonización del budismo y el confucianismo que transformó sus ideas básicas para que se adaptaran a la civilización japonesa. Un ejemplo de esto lo aportó el cambio que sufrió el concepto de Mandato Divino que, a diferencia de China donde el emperador se encontraba bajo el Mandato Divino, en Japón, este era visto como alguien que mantenía estrecho contacto con el Cielo, que en sí mismo, como un todo, no era concebido estrictamente como una entidad ontológica distinta. Además, el emperador no tenía que rendir cuentas a nadie. Fue de esta convergencia, entre tradición oriental y modernismo occidental, donde se formó el sistema japonés de relaciones industriales, base del éxito económico. La fuerte predisposición al cambio y la apertura a las influencias externas explica, en parte, el hecho de que Japón haya sido capaz de modernizarse con éxito.

No se puede negar, por lo tanto, la influencia confuciana en la explicación del éxito económico, pero teniendo en cuenta que es un factor más del conjunto de circunstancias. Porque a pesar de que esta filosofía fue capaz de movilizar medios y recursos para el éxito del estado y la sociedad, reivindicó el papel de la educación en el desarrollo económico (la meritocracia, el papel de los exámenes de ingreso en la preparación y capacitación), dio importancia al grupo en el proceso de la producción, al auto-perfeccionamiento humano como una forma de responder a los cambios, la vocación de servicio y lealtad a la empresa junto con la disciplina social y la adhesión a relaciones productivas armoniosas, hay que tener en cuenta la presencia norteamericana, a partir de la Segunda Guerra Mundial, que resultó decisiva para la viabilidad del modelo. "La ayuda norteamericana ejercida desde mediados de los sesenta hasta principios de los ochenta, la apertura del mercado norteamericano a los productos asiáticos, en un contexto de crecimiento de la producción y del consumo masivo, y de gran expansión del comercio internacional impulsado por los propios Estados Unidos quienes, en una auténtica y quizás única era de libre comercio, favorecieron de esta manera el despegue y la consolidación de las economías asiáticas" (Daniel Toledo, artículo de Internet). A estos factores habría que sumarle, también, los beneficios que obtuvieron del bipolarismo y la guerra fría, además de los procesos políticos asociados con los regímenes de aquellos países asiáticos que han logrado un exitoso nivel de industrialización. El autoritarismo confuciano crea una disciplina social, que tiene como normas principales la frugalidad y la búsqueda de la educación, elementos importantes para lograr la industrialización. Además, este autoritarismo del estado confuciano sirve para manipular una fuerza de trabajo dócil y perseverante, aprovechando las ventajas industriales intensivas en trabajo. En un proceso histórico nunca actúa una sola causa; el confucianismo fue uno de los tantos fenómenos que hicieron posible el despegue económico asiático, lo que muestra además que la cultura europea no fue, y no es, la única vía posible hacia la modernización y el éxito económico.

 

BIBLIOGRAFÍA

* Botton Beja, Flora, "El confucianismo en los milagros económicos asiáticos" en Iztapalapa, Nº 42, Universidad Autónoma Metropolitana, Julio-Diciembre 1997, México.

* Berrisford, Carl T., "Relación entre confucianismo y modernización: el caso de Taiwan" en Estudios de Asia y Africa, Vol. XXV, El Colegio de México, Mayo-Agosto 1990.

* Cleary, Thomas, Confucio esencial. El corazón de las enseñanzas de Confucio ordenadas según el I Ching, Ed. Planeta, 1996, Buenos Aires.

* José Morales, "Teología de las religiones". http://www.conoze.com/doc.php?doc=1441 

* Liliana García Daris, "Tradición cultural y adaptación a los cambios en China, Corea y Japón". http://www.asiayargentina.com/cari-3.htm

*  Alejandra León, "El confucianismo en Corea" http://www.fuentes.csh.udg.mx/publica/pperiod/pacifico/boletin17/confucio.pdf 

* Daniel Toledo, "El modelo asiático de las relaciones industriales. ¿Hacia una japonización del Asia Pacífico?" http://lanic.utexas.edu/~sela/AA2K/ES/cap/N51/rcap518.htm 

* N. S. Eisenstadt, "La experiencia histórica de Japón: la paradoja de la modernidad no axial" http://www.unesco.org/issi/rics151/eisenstadt.htm 

*  Amartya Sen, "Valores asiáticos y crecimiento económico". http://www.crim.unam.mx/cultural/informe/cap1.5.htm

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