Si había algo en Venezuela que exhibía los más altos índices
de consenso político desde hacía años, era la necesidad de emprender una reforma
en el Poder Judicial. Así lo decían todos los diagnósticos sobre las debilidades
de la democracia, los programas de gobierno ofrecidos por los candidatos en las
elecciones de 1988,1993 y 1998, y un sinfín de estudios de corte académico
durante más de quince años.
Antes de la instalación de la Asamblea Constituyente venía
ocurriendo una reforma en dicho poder, tal vez al ritmo y maneras de la IV
República. Veamos de seguidas un resumen de qué se traía el puntofijismo con tal
reorganización general hasta la entrada en vigencia del Código Orgánico Procesal
Penal (COPP) el 1 de julio de 1999, prácticamente un mes antes de la instalación
del foro constituyente.
El abogado Fernando Fernández -hoy representante en Venezuela
de Amnistía Internacional- argumentaba que con la entrada en vigencia de la Ley
Orgánica del Consejo de la Judicatura el 23 de enero de 1999, "se pondrá fin a
la acumulación de causas disciplinarias en contra de los jueces, denuncias sin
pronunciamiento, expedientes engavetados, causas terminadas por prescripción y
no dejará impune aquellos casos en que los funcionarios de carrera sean
considerados responsables" (El Universal, 06/01/1999).
El dirigente socialcristiano Ramón Guillermo Aveledo revelaba
por esos días, cuando Chávez ya era presidente electo y estaba apunto de
juramentarse, que "en Venezuela hay una reforma judicial en marcha, tal como
bien los destacara la presidente de la Corte (Cecilia Sosa Gómez) en la apertura
del año judicial... hay nuevas normas del Consejo de la Judicatura, Carrera
Judicial, Ministerio Público, Policía de Investigaciones Penales y reforma al
Código de Justicia Militar, cuyo propósito es adaptar ese texto al también nuevo
Código Orgánico Procesal Penal... También está, y posee mucho valor, el Convenio
con el Banco Mundial para la modernización del sistema judicial. Estos avances
han merecido reconocimiento internacional, como los provenientes del
Departamento de Justicia de los Estados Unidos y del mismo Banco Mundial, que
han ponderado lo exitoso del caso venezolano. Como se ve, hay un trabajo
realizado que no debe perderse" (El Universal, 29/01/1999).
Pero en opinión del director de Inspección y Vigilancia del
Consejo de la Judicatura, Tom López, no todo era júbilo. Este funcionario
pronosticó una estampida de jueces "esperando turno para jubilarse" por
considerar que las leyes que estaban entrando en vigencia desmejoraban su
condición de vida. De hecho, hizo pública al menos unas 208 solicitudes en este
sentido (El Universal,30/01/1999). También anunciaba la destitución de 17
jueces: Naney Rodríguez, Carlos A. Pino, José Rafael Martínez, Ingrid Tauil,
Adela González, Nelson Avila, Tatiana Mauri, Ana Olivares, Fanny García Romero,
María Kerenia, Luisa Elena Riani, Jesús Lozada, Jorge Gutiérrez, José Malpica,
Gilberto Aguirre, Moisés Agreda y Ezequiel Monsalve. "Sus actuaciones no eran
propias de un miembro del Poder Judicial, por ignorancia craza y abuso de
poder", afirmó junto con la suspensión de otros: Carlos Moreno, Freddy Pietre,
Eliseo Moreno, José F. Martínez, Magali Márquez, Ricardo Cedeño, Francisco
García, Carlos Oxford y Carmen T. Silva.
Las decisiones anunciadas por López apenas se refería a 26 de
los 2.800 procedimientos disciplinarios acumulados en el Consejo de la
Judicatura para ese momento.
El otro aspecto crucial que se debatía dentro y fuera de los
espacios del Poder Judicial era la conveniencia o no de aplicar la puesta en
marcha del nuevo Código Orgánico Procesal Penal. Actores de la IV y de la V
República se batían en dos posiciones y sin puntos intermedios: sí es
conveniente, no es conveniente.
Los detractores de la puesta en práctica eran: el fiscal,
Iván Darío Badell; el procurador entrante Javier Elechiguerra; y el nuevo
director del Cuerpo Técnico de Policía Judicial, Carlos Fermín. En la acera de
enfrente se encontraban: Gisela Parra, presidenta del Consejo de la Judicatura;
Cecilia Sosa Gómez, presidenta de la Corte Suprema de Justicia; y el magistrado
presidente de la Sala de Casación Penal y vicepresidente de la Corte, Iván
Rincón Urdaneta.
Badell resumía su posición señalando que era inconveniente la
aplicación, porque la Fiscalía sólo estaba preparada en las ciudades de Coro y
Maracaibo, el país no estaba preparado y porque la infraestructura global de
circuitos judiciales modelo estaba disponible solamente en los estados Aragua,
Bolívar, Carabobo, Cojedes, Lara, Monagas y Zulia (El Universal, 08/02/1999).
El procurador Elechiguerra, por su parte, argumentaba que lo
mejor era postergarlo cuando menos un año, para el 2000, "porque pienso que
habría que pensarlo con mucho cuidado, porque no sería conveniente comenzar a
implantar el nuevo Código durante un proceso constituyente tan efervescente, que
incluso podría modificar la raíz de este reglamento" (El Universal 18/03/1999).
El 15 de mayo insistió al denunciar "un chantaje institucional para inhibir
cualquier crítica constructiva sobre el Código. Se comete el improperio, por
decir lo menos, de tratar de hacer creer que vamos a vivir en una Venezuela
mejor a partir del 1º de julio. Esto es total y absolutamente falso" (El
Universal 15/05/1999).
Por su parte, el director del CTPJ y abogado Carlos Fermín,
aparte de pronosticar un rápido aumento de la impunidad delictiva, dijo que
"esta normativa significa una transculturización y la sociedad venezolana no
está educada para ello. Se pasará de un sistema inquisitorio a uno acusatorio,
donde lo principal es la defensa del imputado y sus derechos humanos. Habrá que
enfrentarse al imputado y decirle: usted fue, pero no se ha legislado sobre la
protección al testigo y eso ocasiona un riesgo inminente. ¿Quién se atreve a
denunciar sin ser protegido?" (El Universal, 16/06/1999). Durante los
días precedentes y los primeros de la implantación, fueron comunes los
encontronazos entre petejotas y fiscales, al punto que la junta directiva del
CTPJ difundió un comunicado donde advertían que "debido al aumento de
dificultades con algunos fiscales del Ministerio Público, como consecuencia del
trato inadecuado con funcionarios en distintos despachos, la junta directiva
ordena a los jefes de nuestras oficinas informar de inmediato al director o
subdirector, de cualquier incidente al respecto". Carlos Fermín bautizó al
instrumento como el código huelepega, "ya que el mismo fue engendrado,
parido, lanzado a la calle sin ningún tipo de recursos" (El Universal,
30/06/1999).
Gisela Parra, presidenta de la Magistratura, básicamente
respondía a los argumentos de Badell y defendía la entrada en vigencia por las
siguientes razones: "si el gobierno quiere realmente cambiar la justicia en el
país, debe darle un apoyo frontal y decidido al nuevo Código" (El Universal,
09/02/1999). Ratificaba que el 60% de las causas que ingresaban al Poder
Judicial eran penales, que se habían invertido 200 millones de bolívares y
formado progresivamente unos 8.000 funcionarios judiciales de todas las partes
involucradas en la reforma. "Estoy en total desacuerdo con el Fiscal. Nosotros
hemos trabajado en la infraestructura incluso desde antes de la aprobación del
COPP. En este momento tenemos soluciones alternas para salas de audiencia en los
sitios donde aún no hemos concluido las edificaciones". Defenderemos "un
proyecto que es visto como el mejor de América Latina y en el cual hemos
invertido casi 200 millardos de bolívares. Yo, al igual que Cecilia Sosa, pienso
que nada es peor que lo que tenemos actualmente" (El Universal, 18/03/1999).
La presidenta de la Corte Suprema de Justicia argumentaba a
favor que la extensión del lapso para la entrada en vigencia era inconveniente
"porque postergar un cambio de esta naturaleza es postergar los beneficios que
éste aporte... Recibamos con optimismo este proceso y hagamos lo necesario para
que se desarrolle conforme con los postulados de rapidez, transparencia y
protección al derecho a la defensa que beneficiarán al ciudadano" (El
Universal, 09/03/1999). Sosa también argumentaba que había países con una
tradición de más de 200 años en sus sistemas acusatorios y que constantemente
los estaban perfeccionando.
El magistrado Iván Rincón Urdaneta, presidente de la Sala de
Casación Penal de la Corte y segundo de a bordo de la Corte, aseguraba que el
COPP "contenía todos los principios, en materia de justicia, a los que aspira la
Constituyente. La Constituyente pide participación ciudadana y eso lo tiene el
COPP, quiere decencia, transparencia, eficacia y celeridad en la justicia y eso
también lo garantiza. El COPP se adelantó a la Constituyente y la Asamblea debe
tomar el COPP para darle guía y seguridad jurídica a los ciudadanos" (El
Universal, 22/05/1999).
Durante las primeras semanas de entrada en vigencia del COPP,
se reportaron algunas informaciones sobre sus efectos inmediatos. Uno de sus
detractores, el director de CTPJ, Carlos Fermín, admitía un incremento en los
linchamientos en varias localidades, como Ciudad Ojeda, Puerto La Cruz y
Caracas. "El pueblo no entiende esto y cree que vamos a tener una impunidad
total" (El Universal, 08/07/1999). El gobernador de Caracas, Hernán
Grüber Odremán, anunció que entraría en contacto con el presidente de la
Constituyente, para solicitar la derogación del COPP en virtud de que "desde su
puesta en vigencia, 3 policías metropolitanos han sido asesinados, otros 14 han
sido heridos de gravedad por delincuentes beneficiados por el COPP... Los
índices de delincuencia han aumentado 30%" (El Universal, 07/08/1999).