Mujer desnuda

 

 

Toulouse-Lautrec

 

En su juventud, a Henri de Toulouse-Lautrec le gustaba pintar mujeres del pueblo en la intimidad. Este audaz desnudo revela su modo de mirar sin tapujos, casi cruel, a la mujer en reposo.

Toulouse-Lautrec tenía apenas dieciocho años cuando pintó este desnudo, escandaloso para aquella época. Su crecimiento quedó interrupindo a causa de dos accidentes. Deforme en sumo grado, el artista encontró compensación a su desgracia en su talento precoz y en las visitas a los burdeles. En cuanto terminó los estudios secundarios, siguió los cursos de Léon Bonnat y de Cormon, y sus primeras obras revelan una sorprendente madurez para un artista tan joven y con tan poca experiencia.

Al contrario que otros artistas impresionistas, que aparentemente rendían homenaje a la belleza femenina, Toulouse-Lautrec ofrece una imagen mucho menos aduladora de la mujer. En lugar de embellecerla, la representa tal como la ve, con todas sus imperfecciones. Ligeramente cargada de espaldas, con el vientre fláccido y los muslos redondeados, esta mujer del pueblo, perdida en sus pensamientos, parece esperar la visita de un hombre. El flequillo enmarañada, el cuerpo fláccido y las medias negras a punto de caer a los tobillos, todo en ella sugiere una mujer resignada que acepta su condición y unas relaciones carnales sin afecto. En ese interior despojado parece reinar una atmósfera de lujuria triste.

La tonalidad ambarina de la tela anuncia los interiores rojos de las casas de prostitutas, tan frecuentadas  por el artista. Esta obra no es un simple retrato sino un estudio social que pone de manifiesto la vida miserable de las mujeres de la calle. Antes de Degas y Lautrec hubiera sido impensable pintar desnudos con un realismo tan crudo. Al denunciar la hipocresía de la burguesía conservadora, este aristócrata provocador sufrió la condena de la sociedad de la época pero, gracias a su valor, la pintura perdió su falsa inocencia para convertirse en el reflejo de la realidad de la vida, sublime o sórdida.

Muchos críticos reprocharon al artista su vida "disoluta" y su pintura, pero algunos llegaron a reconocer su talento. Como escribió Gustave Geffroy: "Lautrec da muestras de burla y crueldad cuando visita los bailes, la intimidad de las mujeres o las parejas fuera de lo normal, pero es un artista íntegro y su despiadada observación conserva la belleza de la vida".

Está pintado al óleo sobre tela de 55 cm x 46 cm, sin firma.

 

 

Resolución recomendada 800 x 600

© Manuel Cuadros Revelles - 2002

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